Mayo 2019.
Jafa al sur de Tel Aviv. |
Es muy común en países
poco desarrollados que los precios de todas las cosas sean distintos
para los locales y los turistas. En Jordania es escandaloso. No es
que tengan dos listas de precios, sino que al turista le cobran según
la cara que le vean, tres, cuatro, cinco o seis veces más que al
local. Fui a comprar pan de pita a una panadería y al jordano que
estaba delante le cobraron cuarenta céntimos y a mí un dinar. El
dueño del hotel me advirtió que tuviera cuidado con los precios
porque a los turistas nos aplicaban otro. Que si tenía alguna duda
que confiara en él. Me lo dijo nada más llegar. Le pregunté si
tenía agua para venderme, porque el agua de aquí para los
occidentales nos puede producir cagaleras, me dijo que sí y me
vendió una botella por un dinar. En las tiendas, en las que venden
más caro a los turistas, sólo valía medio dinar. Así que la
primera en la frente.
En Israel no te engañan.
Los precios son los mismos para todos. Sólo en algún barrio
palestino es necesario regatear. No hace falta el engaño. Excepto el
transporte, todo es carísimo. Estaba hablando con un alicantino de
la caro que era todo y me dijo que se había encontrado a un sueco y
se había asombrado de lo caro que estaba todo. No es necesaria más
explicación.
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