Israel. 7 de mayo.
No es
una guerra pero se le parece. Parte 2
En el albergue donde estoy
hay un cartel que dice que una habitación, la que yo estoy, es el
bunker del albergue y que si se escucha una sirena se debe correr
dentro y permanecer allí hasta que deje de sonar. Uno se acostumbra
a ver el cartel a todas horas, pero es el único sitio donde he visto
una cosa así.
Iba por la noche por una
zona poco transitada por los peatones, aunque sí por vehículos y a
las ocho en punto de la noche, aquí es de noche a esas horas, suena
una sirena. Es difícil de describir, es una sirena, o varias, que se
escucha en todos los rincones de una población tan grande como
Zaragoza. No sabía que hacer. Delante de mí a unos treinta metros
había una chica y me he dicho, lo que haga ella haré yo, si sale
corriendo, detrás de ella a donde me lleve. Para mi sorpresa se ha
quedado clavada en el sitio como una estatua. Al instante se han
parado todos los vehículos y sus ocupantes han salido de ellos y se
han puesto quietos en la calzada. He hecho lo mismo sin saber si esa
iba a ser la forma que me tenía destinada la Providencia para morir
por Israel. Durante un largo minuto ha sonado la sirena. Luego todo
el mundo se ha metido en sus coches y la chica a continuado
caminando. La he alcanzado para preguntarle. Me ha explicado que era
en conmemoración del holocausto. El análisis de la situación,
aunque posterior, me ha estremecido.
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