Festival musical.
Es muy raro que en alguno
de los viajes que hago no haya alguna actuación musical popular a la
que casualmente asista. En Tel Aviv asistí a un concierto pop que no
me gustó nada y que no acabé de ver ni escuchar, pero del que quedé
encandilado por una persona.
El concierto tenía en un
lateral del escenario a una mujer que traducía en lenguaje de
signos, para los sordos, las canciones que se iban interpretando.
Nunca había asistido a un espectáculo semejante. La mujer lo hacía
tan bien, movía su cuerpo y sus manos con tanta delicadeza,
comunicación y soltura que con los oídos tapados entendías la
musicalidad y la letra de las canciones. Quizás en el segundo tema
ya me hubiera ido, pero si aguanté diez o doce fue por contemplarla
a ella. Me encandiló.
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