Uno de los muchísimos monumentos y recuerdos del horror
del holocausto.
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En busca de Sanz Briz
En la Universidad de los
abuelos, llamada eufemísticamente de la experiencia, un día nos
hablaron de Sanz Briz un aragonés que ayudó a los judíos
perseguidos por Hitler salvando muchas vidas. Lo primero que hice en
Jerusalén fue visitar un monte Herzl, que estaba a poca distancia de
donde estaba viviendo. Todo el monte está concebido como memoria a
los sufrimientos del holocausto y como memoria a las personas que
ayudaron a los judíos y a los benefactores que contribuyeron a
construir este lugar de memoria. Entre todos los árboles, entre
todos los nombres, entre todas las placas fui buscando el nombre de
Sanz Briz para rendirle mi modesto homenaje. No lo encontré. Era
difícil. Lo intenté y eso también me sirve. Me tuvo que servir.
En el monte Herzl, que fue
mi primer contacto con Jerusalén, vi las grandes diferencias entre
Tel Aviv, una ciudad muy abierta y la Jerusalén nueva, una ciudad en
la que en muchos rincones se encuentran estelas, carteles,
información que forma parte del adoctrinamiento israelita. Muchas
menciones a guerras, a soldados muertos, a enfrentamientos con
palestinos, a heroicidades, a primeros colonos,... También lo había
en Tel Aviv, pero desde mi percepción en menor medida.
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