Israel. 8 de mayo 2019.
Conmemoración del Holocausto.
Paseando por Tel
Aviv a las once de la mañana ha vuelto a sonar la sirena. Todos
quietos. Como ya sabía a qué se debía he tenido tiempo para
analizar la situación. Parecía una fotografía de todo el mundo.
Parecía que nadie pestañeaba. Quizás haya sido yo el único que se
ha movido, con mucho cuidado, para sacar la cámara de fotos. Los
conductores fuera de sus coches que habían parado en el lugar donde
se encontraban, ya fuera un cruce o una avenida. Entonces me he
acordado de la visita que hice hace unos años al campo de
concentración de Mathausen, me he vuelto a estremecer con el
recuerdo y no he podido reprimir unas lágrimas. De qué somos
capaces los humanos, que no aprendemos. Somos capaces de recordar
nuestro dolores, pero no de los que estamos infligiendo. Algunos
palestinos tendrían algo que decir. Otros, los muertos, han dejado
de decir eternamente. Horrible.
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