sábado, 31 de agosto de 2019

Ein Kerem. Mayo 2019.


Ein Kerem

Y llegó el sabat en Jerusalén. Todo cerrado, nada que hacer, sin transporte, todo cerrado. Un día que iba a pasar leyendo y sin comer. Pero he aquí que Avi, que me acogía en su casa de Jerusalén, sin decirme nada me propuso la solución para que un día intrascendente resultara magnífico. Me llevó con su coche hasta Ein Kerem, una población que está a pocos kilómetros de Jerusalén de paseos muy agradables. Me enseñó alguna cosa, se fatigaba y me dejó diciéndome por dónde podía volver caminando, no había transporte público.

En Ein Kerem pasé una mañana entretenida. Allí había restaurantes abiertos, por lo que tenía solución para comer. Sólo tenía dos plátanos. Pero el magnífico Avi se adelantó y sin saber mi precariedad alimenticia me invitó a la comida del final del sabat en su casa con sus hijos. Sobre las tres estaba de vuelta y a las cuatro, con ceremonia y kipá incluido estaba a la mesa compartiendo alimentos y religión con conversación en hebreo incluida sobre la circuncisión.

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