Cada lapidica al menos un judío enterrado. |
Olivo del Monte de los Olivos de los tiempos de Cristo. |
Cementerio judío y Monte
de los Olivos.
Si en mis viajes suelo
visitar los cementerios, en Jerusalén no hizo falta, se me mostró
enteramente a mí. Desde Jerusalén, mirando al Monte de los Olivos
las lápidas del cementerio judío te miran e inquietan.
Me acerqué hasta el
cementerio y subí caminando hasta la cima del Monte de los Olivos,
pasando por el olivo en el que rezó Cristo en el huerto de
Getsemaní, por la tumba de María, por las tumbas de los profetas
hasta alcanzar la cima donde estaba la huella que Cristo dejó cuando
ascendió a los cielos. Estaba custodiada por un palestino que me
pidió un euro por verla, le dije que me daba igual verla y me di
media vuelta. Me llamó para que pasara gratis. Le dije que me daba
igual. Insistió y pasé a ver la huella que dejó al impulsarse para
subir a los cielos. Allí había unos turistas que señalaban con
devoción el contorno del pie de Cristo.
Estoy seguro que con el
impuso hoy no podría ni saltar el muro de cemento que aísla a la
ciudad de Belén, que se puede contemplar desde el mismo monte.
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