Paseo por las murallas de
Jerusalén
Había leído en algún
lugar que había un paseo para ver Jerusalén desde los tejados.
Incluso ponía el lugar por donde se accedía, pero lo había
olvidado. Observé que una persona estaba paseando por encima de las
murallas y llegué a la conclusión de que ese era el paseo que
estaba buscando. Busqué un acceso y encontré una puerta giratoria
que no permitía acceder, sólo giraba para salir. Pensé que se
había bloqueado por algún motivo y a le pregunté a un anciano
palestino que estaba por allí. Me dijo que sí, que me podía meter
por allí. Vino a ayudarme y no entendió que la puerta sólo girara
en una dirección. Con su ayuda conseguí meterme entre un estrecho
hueco que dejaban los barrotes de hierro y comencé mi andadura por
encima de la muralla contemplando Jerusalén antiguo desde una
perspectiva distinta y extraña, pues iba descubriendo campos de
futbito, gente ajetreada en calles que permanecían ajenas a mí,
tejados con basura olvidada, un mundo ignorado por los que compraban
vituallas o recuerdos. Después de un buen rato en el que me encontré
a muy poca gente que hiciera el mismo recorrido, llegué a un lugar
por donde tenía que bajar obligatoriamente de la muralla o volver
hacia atrás. Bajé por una puerta giratoria igual a la que había
accedido y que sólo giraba para salir. Enfrente estaban las
taquillas en donde debería haber sacado el tique que me hubiera dado
derecho a caminar legalmente por encima de las murallas. La culpa de
mi incorrección la tuvo la generosidad del anciano hombre palestino.
Es la ayuda generacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario