Petra. Mayo 2019.
No sé por qué cuando
alguna vez veía alguna información sobre Petra me parecía que yo
nunca iba a estar allí. Son esos bloqueos a los que uno está
condenado. He estado dos días en Petra. La mayoría de los turistas
que van con un viaje organizado suelen estar un día y creen que lo
han visto todo. Yo en dos días y andando ligero he dejado muchas
cosas por ver. Es cierto que puede llegar un momento en el que tantas
piedras llegan a empalagar y ya te da igual ver una más que otra. En
algún momento tuve esa sensación el primer día, pero no el segundo
que me ha permitido saborearlo todo lo que he visto con mayor placer.
No imaginaba que la ciudad
antigua de Petra fuera tan extensa, pensaba que sería poco más de
las imágenes que habitualmente vemos en revistas. Tiene un teatro
cavado en la tierra, que según tenía capacidad para 8.000 y otros
dicen que para 4.000. Es fácil contar los que caben, a no ser que
uno los ponga muy pretetes. Se considera que habría unos 20.000
habitantes. Una barbaridad para la época y para la situación en
medio de un desierto.
El moquero resulta imprescindible para cualquier viaje Aplaca el calor, sirve para hacer algún atraco, tapar una herida, incluso para limpiarse los mocos entre otras muchísimas aplicaciones. |
El mayor problema es el
aire acondicionado de la ciudad. Como está en el desierto para darle
ambiente lo ponen a una temperatura altísima y resulta muy molesto,
sobre todo subiendo las eternas escalinatas que llevan hasta un punto
denominado Monasterio, que es precioso y al que la mayoría de los
turistas que van en grupo no suelen llegar.
Por el medio de Petra en
todos lados hay niños pequeños vendiendo y gente alquilando burros
para llevarte hasta el punto que quieras incluyendo los que tienen
una acceso difícil por escalinatas difíciles para algunos humanos y
de peldaños incontables. En el papel que te entregan junto al plano
y en el documental que proyectan antes de la entrada en Petra te da
una serie de consejos entre los que dice que debes denunciar si se
maltrata a los animales, si se les hace subir por escaleras y si hay
niños trabajando. Hay cientos de niños, de ocho o diez años,
trabajando y centenares de burros subiendo por las escaleras llevando
en sus lomos a rollizos turistas. Por supuesto delante de otros
cientos de policías de todo tipo.
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