miércoles, 14 de noviembre de 2018

Vuelta a casa. Serbia.


Vuelta a casa. Serbia 2 octubre 2018

El aeropuerto de Belgrado no dispone de la posibilidad de hacer el registro por medio de internet. Ya hacía tanto tiempo que no lo hacía manualmente que tenía ciertas dudas de si subiría al avión presentando sólo el carné de identidad. Esperé al lado de una chica española y descubrí que su duda era la misma. No hubo problema. El DNI fue suficiente.

La chica, muy maja de carácter y joven de edad, y yo tuvimos una conversación amena y agradable, hasta que se manifestó como nacionalista gallega y siendo estudiantes del último año de economía me justificó su nacionalismo diciendo que los de Teruel nos llevábamos el dinero de los gallegos para mantener nuestros naranjos y que Galicia mantenía el suministro eléctrico de España gracias a sus dos centrales nucleares.

No discutí, hablamos de cosas más importantes para seguir manteniendo nuestra amistad efímera. Así que desde entonces estoy buscando los naranjos turolenses y consumiendo energía nuclear gallega cada vez que le doy al interruptor.

Nuevo Belgrado. Serbia


Nuevo Belgrado. Serbia 1 de octubre 2018.

Junto al río Sava se levanta Nuevo Belgrado, que forma parte del área metropolitana de Belgrado. Nadie suele recomendar su visita. Un paseo por esta ciudad va descubriendo muchas cosas con gustos y disgustos. Las zonas verdes son amplias. Los edificios están agrupados en manzanas que en su interior albergan en grandes zonas abiertas diversos servicios, desde pistas de tenis a restaurantes y bares o tiendas.

Surgió en el periodo comunista y es que estos comunistas no sabían hacer las cosas bien, ni aun partiendo de cero. Los edificios se ven decrépitos. Parece que olvidaron que en un futuro los trabajadores podrían llegar a tener vehículos y no hay garajes. Las partes interiores de los patios resultan tristes. Las distancias entre los bloques es grande. Los espacios abiertos son muy generosos.
Mi conclusión es que podía haber sido mucho mejor y no debe dejar de visitarse entrando en los patios interiores para descubrir distintas funciones a las que se han destinado.

Oficios. Serbia


Oficios. Serbia 29 septiembre 2018
Paseando por las calles de Belgrado descubres muchos comercios donde se prestan servicios que en otros países están desaparecidos, o casi. Algunas de las farmacias tienen el encanto de parecer estar preparando continuamente recetas magistrales.
Pasé por una perfumería, donde no vendían perfumes de marca anunciados en televisión, sino que elaboraban tu propio perfume como en la obra “El perfume” del alemán Patrick Süskind. Es otra opción que presenta hoy Belgrado, ir descubriendo establecimientos únicos.

La mezquita y otras hierbas. Serbia


La mezquita y otras yerbas. Serbia 29 septiembre 2018.

Toledo se vende como la ciudad de las tres culturas (cristiana, musulmana y judía). Novi Sad va más allá y se anuncia como la ciudad de las siete religiones. En Belgrado, hay templos para ortodoxos serbios, para ortodoxos ortodoxos, para católicos, sinagogas y mezquitas. Imagino que aún habrá más porque esto de las religiones prolifera como los puestos de palomitas de maíz.

La ventaja que tienen las religiones, es que como realizar templos les salía muy barato, hay algunos realmente hermosos. Hoy, sin buscarlo, me he encontrado con una mezquita realmente bonita. Coqueta, construida en piedra, acogedora. Tanto que me ha entrado el punto místico y he estado a punto de recitar el Corán. No figuraba en ninguna referencia turística como lugar de interés. Para mí ha sido un agradable descubrimiento.

Serbia y Europa.


Serbia y Europa. Serbia 28 de septiembre de 2018

Imagino que los serbios querrán formar parte de la Unión Europea. Me he fijado en las matrículas de los vehículos serbios, y también de otras repúblicas de la antigua Yugoslavia. Son iguales que las de España, con la misma distribución, pero en la parte azul de la matrícula, donde está el nombre del país, en la parte de abajo pone, como es lógico SRB, que corresponde a Serbia. Encima de las iniciales continúa el azul a la espera de que un día ingresen en la Unión Europea y puedan imprimir su círculo de estrellas.


Los semáforos. Serbia.


Los semáforos. Serbia. 27 septiembre 2018

En una ocasión, en Nueva York, había un semáforo en rojo para los peatones. Una policía estaba a mi lado y no crucé la calzada por temor a que me dijera algo a pesar de que no pasaba ningún coche. La policía me miró y me preguntó que por qué no pasaba. Le dije, que porque el semáforo estaba en rojo. Me preguntó, ¿pero pasa algún coche? No. Entonces qué coño haces esperando. Creo que esa ha sido la única vez en mi vida que he esperado en un semáforo pudiendo pasar y tuve la suerte que una policía me pusiera en mi sitio.

Creo que es genético. No puedo esperar, a cruzar la calle aunque me juegue la vida. Es genético. Mi padre hacía lo mismo.
En Belgrado todavía me he aventurado más y es que los semáforos en rojo para los peatones van marcando los segundos que quedan para que se tornen verdes. Me desespera que me diga: “te quedan 90 segundos hasta que puedas pasar y mientras lo único que puedes hacer es contemplar cómo pasa tu vida, segundo a segundo delante de mí”. Pues no. Me lanzo al ataque y cruzo en cuanto puedo y le digo al semáforo: “ahí te quedas con tus segundos, adminístralos como puedas, pero yo ya estoy al otro lado disfrutándolos”.

Aquí estuvo el anciano lobo estepario. Serbia.


El lobo estepario estuvo aquí. Serbia. Septiembre 2018

Siendo un adolescente leí “El lobo estepario” de Hermann Hess. Es de los libros que dejan huella en los adolescentes. Luego lo he releído varias veces y tengo dudas de si hemos llevado vidas paralelas o soy producto de la lectura del libro. Lo cierto es que soy un lobo estepario. Si alguna variación hay es en que cada vez soy un poco menos lobo, por la edad, pero más estepario. Viajo solo y no sé viajar en compañía y me cuesta trabajo permanecer al lado de las compañías ocasionales. La soledad, mi continua soledad es el precio que debo pagar a mi libertad.

Disfruto con esa sensación de libertad cuando estoy corriendo por lugares solitarios sin que nadie en el mundo sepa dónde estoy, saludando a las personas que desconozco y me encuentro, dándolas a entender que pertenezco a su mismo grupo de animales, pero poco más. A veces entablo conversaciones, que pueden ser breves o largas, pero con final definido, sin continuidad ni dependencia.

En ocasiones me gusta dejar una huella. Una huella diminuta en lugares que posiblemente no vea nadie. Pongo una pegatina de las que me hizo mi hermano Kike en las que con una caricatura que me hizo mi hija Violeta pone “aquí estuvo el anciano lobo estepario”. Las pongo en lugares donde no molesten, no ensucien y posiblemente nadie las vea. Es la pequeña ilusión, ilusa, pensando que el lobo dejó una huella en el barro en Belgrado, como si la lluvia y el viento no fuera a borrar esa huella a las pocas horas.

Aquí estuvo el anciano lobo estepario. (En el planeta Tierra).

domingo, 11 de noviembre de 2018


Medio maratón. Serbia 30 septiembre 2018

No había ido a Serbia a correr medio maratón, pero casualmente, durante mi estancia había programado uno, así que me apunté.

Generalmente cuando me voy a alguna carrera nadie me dice nada. Salgo de casa, corro y vuelvo. Entonces mi hija me pregunta ¿Y? y es cuando le cuento cómo me ha ido y lo que me he cansado.

En la casa donde vivo, además de los dueños, que ahora se han ido a casa de los padres de ella, hay un norteamericano y una alemana. Los dueños, el norteamericano y la alemana me han deseado suerte en mi carrera. Incluso el americano, cuando ha escuchado que me había levantado para irme a correr, se ha levantado para desearme suerte. Es todo un acontecimiento sentimental en mi vida de lobo estepario.

Los serbios no corren mucho, porque haciendo un mal tiempo he quedado el 71 de entre unos 800 corredores y en mi categoría de anciano el primero. 

De la carrera guardo dos detalles. Uno es que siendo yo que soy antinacionalista, en las carreras saco de mi bolsillo la bandera de España y la levanto en el último o dos últimos kilómetros. He sido jaleado, por el poco público que había y he escuchado gritos a favor de España. Soy patriota en oposición a nacionalista. 

El otro detalle es que a mitad de carrera, más o menos, que discurría por el Nuevo Belgrado, había tres abuelas que posiblemente estaban esperando a que pasáramos los corredores para cruzar la avenida y al verme han gritado entusiasmadas “Bravo (luego algo que no he entendido) generacie”. Me ha quedado claro que se alegraban de que hubiera un corredor de su generación. Me han seguido aplaudiendo y jaleando entusiasmadas hasta que me han perdido de vista. Yo les he correspondido con sonrisas y saludos. El anciano lobo estepario corriendo.


Las palomitas. Serbia.


Las palomitas. Serbia. 26 septiembre 20018

Si se tiene en cuenta el número de puestos callejeros que venden palomitas de maíz y helados, llegamos fácilmente a la conclusión que para que estos negocios sobrevivan es necesario que cada serbio se coma media docena de bolsas de palomitas cada día y cinco helados.

Cada pocos pasos hay un puesto. Es economía de subsistencia. No puede dar mucho de sí. Es obvio. A veces veo a una chica en su puesto de palomitas, detrás de una montaña de copos de maíz y que se lleva un puñado de su mercancía a la boca. Tiene que ser el hastío porque pasarse ocho o diez horas diarias detrás de un montón de palomitas un día sí y otro también tiene que ser motivo suficiente para aborrecerlas.

Me ha llamado la atención la forma correcta de vestir de los vendedores. No tenía por qué ser incorrecta, por supuesto, pero algunos parecen trabajar para el Corte Inglés, con su traje y su compostura de dandi esperando que alguien compre un cucurucho de palomitas o un helado con el mismo sabor que el del puesto que está a ciento cincuenta metros.

Es la economía de supervivencia.

El Danubio y la isla de Ada. Serbia.


El Danubio y la isla de Ada. Serbia. 25 de septiembre 2018

Al proceder de una tierra donde el agua es escasa, donde el Guadalope es un pequeño aprendiz de río, contemplar el Danubio me produce un placer que cada día se va renovando. 

Me he pasado mucho tiempo contemplándolo. Imaginando qué se podía hacer con tanta agua en mi pueblo. Calculando con qué tramo del Danubio se puede llenar uno de los pantanos que regulan el Guadalope en unos segundos. 

Me fascina la vida que se desarrolla en torno al río. Pescadores, barcos con pasajeros, incluso barcos militares, viviendas y restaurantes flotantes y sobre todo mucha vegetación, muchos peces y muchas aves. Mucha vida de todo tipo.

Casi todas las mañanas he ido corriendo por su ribera en un paseo peatonal y para bicicletas que es magnífico. Lo he disfrutado corriendo. Hoy lo he querido disfrutar caminando.

Me he ido desde casa hasta la isla de Ada, que está en el río Sava, un afluente del Danubio que desemboca en Belgrado. Como no es temporada turística, hay poca gente y muchos establecimientos están cerrados. Me ha hecho un día espléndido, con el sol justo. Aunque no suelo comer cadáveres, no tenía muchas opciones y me he comido una pljeskavica que es una hamburguesa serbia, con mis patatas fritas y todo. Me ha sentado estupendamente sentado junto al río.

Un brazo del río Sava a su paso por la isla de Ada está cerrado en sus extremos y forma un lago artificial al que he dado la vuelta, unos ocho kilómetros disfrutando de cada paso. A veces el placer está en cosas tan sencillas que desearíamos que nos cobraran para saber su precio, que no su valor.

Cuando abandonaba la isla y el lago iba volviendo la cabeza a cada instante para asegurarme de que iba a mantener en el recuerdo todas las gratas sensaciones que había sentido.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Novi Sad. Serbia


Novi Sad. Serbia 24 septiembre 2018

Entrar en la plaza del Ayuntamiento de Novi Sad impresiona gratamente. Más en mi caso que accedí a través de algunas callejuelas. Llegar a una plaza abierta, con proporciones muy humanas, colorida pero lo justo y con un ambiente, el que yo vi, ameno pero no agobiante es un lujo.

Novi Sad es la segunda población en tamaño de Serbia. La zona central es la más bonita. A mí me satisfizo pasear una y otra vez por las mismas calles y meterme por unos callejones que pasan por entremedio de las casas con algunas tiendas o rincones sorprendentes. Estuve toda una mañana andando y desandando.

Por la tarde fui, también caminando, está muy cerca, a ver la fortaleza de Petrovaradin. Es una fortaleza inmensa que según cuentan no pudo ser nunca conquistada. Para hacerse una idea de las dimensiones sólo hay que tener en cuenta que su interior sobrepasa las 100 hectáreas (200 campos de fútbol y no cien como dicen muchos periodistas).
Desde la cima, la imagen del Danubio, del que me he enamorado, vuelve a ser espectacular.
Antes de volver a casa, para guardar una buena imagen en la retina me he vuelto a pasar por la plaza del Ayuntamiento. Me he sentado un rato y he escuchado a un anciano que vestido con ropas tradicionales cantaba música serbia.

domingo, 4 de noviembre de 2018

El muerto. Belgrado.


El muerto. Serbia 23 septiembre 2018
La calle Mihaila de Belgrado es peatonal. Viene a ser como Las Ramblas de Barcelona, donde se dan cita todos los turistas. Muchos de los días que he estado en Belgrado, antes de volver a casa me daba un paseo de extremo a extremo de la calle donde hay algún espectáculo callejero (muy pocos), y un buen ambiente.

Toda Serbia está lleno de dos tipos de puestos callejeros; los de helados y los que venden palomitas.

En la calle Mihaila, al final había un puesto de helados. Paseando llegué hasta el final, vi a dos policías y dos paisanos, que no llamaban la atención, la gente paseaba tranquilamente, como todos los días, pero a mí me llamó la atención que a sus pies había una persona a la que habían puesto un plástico para cubrirla. Era un hombre muerto. 

Debía haber fallecido hacía muy poco porque no había ni servicios sanitarios, ni juez ni nadie.
Es uno de esos momentos de meditación obligada. Un hombre que había salido de su casa con las ilusiones de todos los días y que sin imaginarlo había encontrado el final junto a un puesto callejero de venta de helados. Supuse que había sido una muerte fulminante.

Al día siguiente, cuando pasé por el mismo lugar, el puesto de helados estaba cerrado y también al siguiente, por lo que deduje que el muerto era el hombre que tenía el puesto. Al cuarto día el puesto estaba abierto. Ignoro si sería el mismo hombre o ya tenía un sustituto siguiendo la máxima de “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Moto GP en Belgrado


Moto GP en Serbia. Serbia 23/09/2018

Si hay un deportista que abre las puertas en cualquier parte de Serbia y también en gran parte del mundo es Rafa Nadal, que aquí llaman Rafael Nadal. Es un deportista muy estimado y respetado y eso que un serbio es uno de sus rivales más directos.

Si no sabes ni una palabra de serbio, dices Rafael Nadal y ya comienza a haber comunicación. Luego puede encaminarse o desviarse un poco cuando te obligan a que te definas si eres del Madrid o del Barcelona. Yo iba respondiendo que del Partizán, con el riesgo de que el interlocutor fuera del Red Star (son los dos equipos de fútbol de Belgrado). Tuve suerte y siempre di con aficionados del Partizán.

Paseando, sin preverlo fui a dar con el pabellón del Red Star, donde iba a comenzar un partido de baloncesto contra un equipo croata. Tuve la duda de entrar a verlo, por disfrutar del ambiente. Luego pensé que igual me sentaba con la afición equivocada y podía tener problemas. La idea de ver el partido la rechacé definitivamente cuando en la entrada al pabellón había una señal que prohibía entrar con armas de fuego.
También paseando en una calle veo una pantalla de televisión con una carrera de motos y un piloto saltando por lo aires. Me llamó la atención, me paré, vi la repetición y las imágenes que siguieron. Reconocí el lugar, era la carrera de moto GP que se estaba celebrando en Alcañiz, mi pueblo. Estaba puesta en tres pantallas en otros tantos bares que me encontré en la misma calle. Lástima que no había nadie mirando para decirles que ese era mi pueblo (y de otros muchos más).

martes, 30 de octubre de 2018

Kosovo y la eurovisión del barrio bohemio. Serbia


Kosovo y la eurovisión del barrio bohemio. Serbia 24/09/2018

Serbia sigue teniendo un conflicto con Kosovo, que ha declarado su independencia unilateralmente sin que sea reconocido por muchos países. Kosovo es el territorio origen de los serbios y estos lo consideran parte de su país. Restos de la guerra.

España no reconoce a Kosovo y por ese motivo los serbios tienen un especial cariño a España.

En una calle céntrica de Belgrado vi una enorme pancarta escrita en español, con un mensaje un tanto confuso, pero que deduje que era de apoyo a España por no reconocer a Kosovo, que terminaba con la frase “No pasarán”, una frase muy universal en español que he visto escrita y he oído en otros países.

Cerca de la casa donde estoy está el considerado como barrio bohemio de Belgrado: Skadarlija. En el pasado debió ser bohemio, en la actualidad es un barrio de restaurantes, de turistas y de músicos tradicionales.

Camino de casa pasé por el barrio y estaban haciendo un concurso de música tradicional y recitado de poesías, con su jurado, su presentador y su escenario. Me quedé un rato a verlo. Cada grupo interpretaba dos temas y entre intérprete e intérprete, mientras se preparaban los siguientes el presentador hacía de mantenedor. Preguntaba de qué países había turistas. Saludaba unas veces a unos australianos, otras a unos alemanes,… ante la indiferencia del público. Después de varios temas yo le hice saber que era español. Cuál fue mi sorpresa cuando el presentador bajó del escenario, me dio la mano, me preguntó por mi nombre, que para no complicarlo mucho le dije que José, subió al escenario, dijo en español: “Bienvenido José desde España a Serbia”, luego lo dijo en serbio y el público comenzó a aplaudir. Lo relaciono con Kosovo, pero de cualquier forma fue un homenaje de cariño a España.

sábado, 27 de octubre de 2018

Templo de Sava. Belgrado


Templo de Sava. Serbia. 23/09/2018

La casualidad me llevó a que fuera el domingo el día que me acercara al templo de Sava. Detrás de una boda se celebraba otra. A cada una iban los novios, si no mal, y la cohorte de invitados. Luego había una banda de músicos, parecidos a una charanga que rodeaban a algún invitado, le ponían la cabeza como un bombo y no se iban hasta que no soltaba la pasta. Así estaban de boda en boda, de aspecto agitanado me recordó a los participantes que he visto en vídeos en el festival de Guca, también en Serbia.

Todavía están construyendo el templo y el interior, donde está la cúpula más alta de una iglesia ortodoxa, así lo venden, no pude entrar. El exterior, que sí que está acabado es de mármol blanco y la cripta resulta deslumbrante por sí misma, y más aún porque se accede por una sala que está medio en obras. Se bajan unas escaleras y aparece a la vista una sala grande, de mármol, de iconos dorados, resplandeciente que me hicieron tener deseos de afiliarme a la religión de los serbios ortodoxos.

Al salir de la iglesia me esperaba la sorpresa de un espectáculo de música serbia en el que participaba un cantante que debía ser el Manolo Escobar local. La gente se sabía sus canciones y luego lo vi en otros lugares anunciado en fotografías.

miércoles, 24 de octubre de 2018

España y el español. Serbia


España y el español. Serbia. 22/09/2018

Había leído que había muchos serbios que hablaban español que lo habían aprendido a través de fotonovelas y series como “aquí no hay quien viva”. No tuve suerte y no encontré a casi nadie que hablara español. Sí a alguna persona. Kristina vende viajes para paseos en barco y habla un español rápido, atropellado, con alguna falta de estructura, usando sólo el usted para todo, pero con quien se puede llevar una conversación fluida de cualquier tema. Aprendió español después de que un día escuchó a Enrique Iglesias cantar una canción en la que decía “quizás” y se dijo: “yo tengo que saber qué quiere decir eso de quizás” y se fue aprendiendo todas las canciones de Enrique Iglesias y su significado hasta hablar tan bien como habla.

El Instituto Cervantes, que en Belgrado está en el mejor lugar de la ciudad, debería tomar nota de cuál es la forma más eficaz de divulgar el español con el sistema Enrique Iglesias, que igual es el vaughan hispano. En el Cervantes están estudiando español unos trescientos serbios, según me dijeron allí, lo que es una cifra interesante.

domingo, 21 de octubre de 2018

Kalemegdan. Serbia.


Kalemegdan. Serbia 23/09/2018

Desembocadura del Sava en el Danubio.
Por alguna parte he leído que Belgrado ha sido destruida más de cuarenta veces y por lo tanto otras tantas reconstruida. 

Estos serbios parecen moverse muy bien en las guerras. La parte más antigua de Belgrado es una fortaleza conocida como Kalemegdan. Depende por dónde se acceda, porque tiene varias puertas, la sorpresa es encontrarte con unos dinosaurios articulados y poco más adelante con todo un arsenal armamentístico ya en desuso.



El icono de Belgrado.
Las dimensiones del recinto fortificado son enormes. Su recorrido un tanto laberíntico tiene bares, restaurantes, pistas de baloncesto y de tenis, dos iglesias, en su interior y hasta un zoo, entre otras cosas, lo que da una idea de sus dimensiones. Pero sobre todo un espectáculo precioso es ver atardecer desde los miradores que dan a la desembocadura del río Sava en el Danubio. Es magnífico.

A la fortaleza se accede a través de unos jardines que también merecen un paseo. No me bastó con una visita. Volví varias veces a la zona, pero el último día hice como que no había estado para volver a dejarme llevar por todo lo que iba viendo, como si fuera la primera vez.


Una de las puertas de acceso al recinto amurallado.

sábado, 20 de octubre de 2018

La economía que he visto. Serbia.


La economía. Serbia. 22/09/2018

Joven saliendo del contenedor después de
vaciarlo en su carro. su carro.
Vivir en Serbia es más barato que en España cuando se hace uso de los servicios basados en la mano de obra como cuando intervienen camareros, albañiles,… pero en el resto de productos, como pueden ser ropa, tecnología, gasolina,… los precios son iguales o superiores a los españoles.

Los salarios son muy bajos. Un técnico informático puede ganar unos 650 euros y se le considera muy bien pagado. Muchas personas trabajan por 200 euros al mes. 

Existen muchísimos negocios de supervivencia, vendedores de helados o pajaritas en puestos callejeros, tiendas minúsculas que están abiertas las 24 horas del día los siete días de la semana y otros trabajos que es fácil ver que no pueden dar mucho de sí y que llevan muchas horas.

Puesto callejero desplegable
Se ven muy pocos mendigos, en cambio sí que es habitual encontrar a gente que busca en las basuras. Durante todo el día se ve a gente que coge de los contenedores de basura productos que luego revenderá, imagino. Algunos no tienen ningún aspecto de necesitados, van vestidos muy dignamente. 

Uno de los cientos de puestos de
venta de palomitas de maíz.
Hay quienes se meten directamente en el contenedor, van sacando todo lo que les es útil para su economía y hacen de ese trabajo su medio de vida.

Con esa economía, tan precaria para algunos, imaginaba que habría muchas personas haciendo el mimo o la estatua por las calles peatonales para pedir dinero, y en cambio también son muy escasas.

viernes, 19 de octubre de 2018

Ne rasumio. Serbia.


La vuelta de Smederevo. Serbia 22/9/2108

Los autobuses urbanos en Belgrado no tienen cobrador y el conductor te cobra mientras conduce, devuelve los cambios y contesta al teléfono móvil si es menester. En cambio los autobuses interurbanos tienen cobrador, a pesar de que los billetes se compran en la estación. 

Había comprado el billete de ida y vuelta a Smederevo. Había distintos horarios por la tarde para volver en autobús. Llegué a la estación y en ese momento estaba uno a punto de partir, así que me subí en él. Una vez arrancó, a los diez minutos viene la cobradora a pedirme el billete. Le entrego el que había comprado por la mañana para la vuelta. Lo coge, lo mira y me echa una bronca en serbio impresionante. Le miré a la cara y me dije; esta mujer debe tener un problema, ya lo solucionará. 

Me hacía preguntas, pero como no entendía, con toda la sinceridad y candidez posible, a cada pregunta le iba respondiendo “ne rasumio”, (no entiendo). Ella seguía con más preguntas, más gestos y más mala leche y yo con más nerasumios. La pobre mujer debía tener un problema gordo, pero yo no podía ayudarla. Ante tanto nerasumio, una pasajera acudió en ayuda de la cobradora para hacer de intérprete. Se brindó a hablarme en alemán. Yo seguía con el ne rasumio. Luego con el inglés y aunque rasumio un poco, no lograba entender lo que me decía de una tarjeta que me faltaba. Yo lo único parecido a una tarjeta que llevaba era el DNI y eso no les servía.

Me dejaron por imposible, la traductora volvió a ser una simple pasajera y la cobradora se fue atender al resto de pasajeros, que no fueron merecedores de ninguna bronca. Mientras, yo tranquilo seguía pensando que la cobradora tenía un problema, yo no, y no podía ayudarla.

Al cabo del rato, la cobradora hizo algunas anotaciones sobre el billete que le había entregado, me lo devolvió de malas formas, ya no me dijo nada, pero hizo un gesto que yo traduje como: “No hay solución, no sé cómo la familia de este viejo lo deja salir de casa”. 

Como ya no la escuché más en todo el viaje, deduje que el problema que tenía la mujer ya se le había solucionado.

Dos días después supe lo que había pasado. El billete de vuelta debía haberlo validado en la estación de autobuses antes de subir al autobús y entonces me daban otro billete, (la tarjeta de la que hablaba mi traductora). Y lo más grave, son varias compañías de transporte las que hacen el mismo recorrido. Todos los billetes los venden en la misma taquilla. Yo había contratado la ida y vuelta con una compañía y volví con otra de la que no tenía billete. O sea que el problema que tuvo la cobradora lo resolvió muy dignamente.

jueves, 18 de octubre de 2018

Visita a Smederevo. Serbia.


Visita a Smederevo. Serbia 22/9/2108

Smederevo.
Los toneles no válidos para el vino, sirven para venderlo.
Cuando viajo siempre intento ir a poblaciones pequeñas. La vida, igual que ocurre en España, suele ser muy distinta a la de la capital, sobre todo en países con economía más débil. Según los datos oficiales Smederevo tiene unos sesenta mil habitantes. La apariencia es de una pequeña población. Me la recorrí entera, de norte a sur y de este a oeste en un agradable paseo con poco esfuerzo.

Smederevo tiene un recinto amurallado junto al Danubio, que es tremendamente grande. Dentro, un poco ordenada, bien cabría toda la población de la ciudad actual. Se están realizando labores de restauración, pero por lo que visto tienen trabajo para muchos años. En algunas zonas está descuidada y en otras ajardinada. Disfruté recorriendo las murallas por el exterior y luego por el interior. Me estoy enamorando del Danubio. Todo lo que transcurre , vive o permanece a su alrededor me está gustando.

Smederevo. Aprovechando un hueco para
continuar con mis plegarias ortodoxas.
Es una zona vinícola. En el centro de la población en unos tenderetes construidos con grande toneles, se puede adquirir vino. Yo lo bebí en la comida. No es comparable al de Lécera, pero se deja beber. En los restaurantes lo sirven en botellines de 187 c.c., o algo así. Una medida muy extraña.

La ciudad tiene vida e imagino que en el verano mucha más, pues se ven muchos veladores, que estaban vacíos y que imagino que en época de turismo. El paseo lo prolongué mucho más allá de las murallas remontando el Danubio.

Tenía alguna duda sobre su visita, pero me ha agradado y la recomiendo. Está a tan sólo una hora de Belgrado en autobús a un precio de unos cinco euros ida y vuelta.

miércoles, 17 de octubre de 2018

Smederevo. Serbia.


Smederevo. Serbia. 22/09/2018

Plaza de Smederevo donde venden vino local.
Smederevo es una pequeña población vinícola que tenía previsto visitar. Muy organizado preparé el viaje, con los sitios interesantes para visitar, los horarios de los autobuses tanto de ida como de vuelta, el nombre de la población, porque no es fácil acordarse de tanto nombre extraño para el oído de un viejo español, y me fui a la estación de autobuses. 

Cuando llegué ya se me había olvidado el nombre de la población. Fui a sacar la chuleta con los datos y me doy cuenta de que me la había dejado en casa. Que no la llevaba. Me encuentro en la estación de autobuses sin saber dónde voy. 

Fui a información y le digo al hombre que me atendió que quiero ir a una población de la que no recuerdo el nombre, que está a unos 50 kilómetros de Belgrado y que fue la antigua capital de Serbia. 

El informante se me queda mirando con la cara que uno se queda mirando a un estúpido. Yo insistía con mis explicaciones y él seguía mirándome sin entender nada. Veía que su paciencia se agotaba y al final, en el serbio que todos entendemos me dijo: ”Si tú no sabes dónde coño quieres ir, lo voy a saber yo”. Y es que no sabía dónde quería ir. 

Recinto amurallado de Smederevo que es enorme.
No se me ocurrió buscar un mapa para localizar la población. Pasee por la estación riéndome de mi torpeza e intentando buscar alguna solución, cuando se me acercó una chica que había presenciado la escena del trato poco correcto del informador y me dijo que si podía ayudarme. 

Le expliqué lo que buscaba y llegó a la conclusión de que yo quería ir a Smederevo. Como todos los pueblos suenan parecidos en serbio, le dije que me lo anotara en un papel y saqué el billete a Smederevo, sin saber con seguridad si ese era mi destino deseado. Cuando llegué supe que sí era donde quería ir.

martes, 16 de octubre de 2018

La comida. Serbia.


La comida. Serbia 22/09/2018

De este restaurante me tuve que salir
sin comer por ser incapaz de comuni-
carme con el camarero.
Con estos serbios, yo que estoy muy enseñado, me como todo lo que me ponen. Lo que no sé es lo que me van a poner. Sí que es cierto que en los restaurantes tienen carta en inglés, pero yo que suelo ir a tabernas y lugares donde van los del pueblo, me resulta más difícil saber lo que voy a comer. En Zemun descubrí que había una especie de menú del día. Lo pedí y yo que no suelo comer carne, me comí como un bendito las salchichas que me sacaron de segundo. Se come muy bien por muy poco dinero.

Para no llevarme sorpresas abuso de los puestos callejeros, que ofrecen una comida muy buena y muy barata. Como nadie me explica el contenido, me he comido berenjenas seguidas de un dulce y un trozo de pizza que era lo único que me resultaba familiar.
En este puesto callejero tuve la
oportunidad de comprar jinjoles.

Lo que nosotros llamamos beicon, aquí
le llaman panceta. Qué curioso.
También compro comida preparada en los supermercados y luego me la como en casa. Es barata y muy buena. En un supermercado, la tendera me debió ver la cara de pardillo y cuando le señaló lo que quería, me miró y en inglés me dijo: ¿pero sabes lo que te vas a comer? Yo mirándole a los ojos como un niño que ha cometido una pequeña pifia, moviendo la cabeza le dije que no, me explicó el contenido y entonces sonriente le dije: “Ah bueno, entonces sí”.
Después de la comida que no falte el
chai (té) con leche.

Otra forma de comer es ir a los restaurantes donde venden la comida cocinada a peso. Ves todo lo disponible, vas señalando lo que quieres y la cantidad, te lo van pesando, te lo sirven en un plato, pagas exactamente por la cantidad pedida y a la mesa a comer.

lunes, 15 de octubre de 2018

Zemun. Serbia.


Zemun. Serbia 21/09/2018

Me encontré esta curiosa tienda
En Zemun vi este recuerdo a
los muertos en la última guerra
de los Balcanes.
A unos quince kilómetros de Belgrado está Zemun, es un antiguo pueblo de pescadores (de río) que ahora vive del turismo, al que se llega por bus urbano. Tiene su encanto la parte vieja, que está en cuesta y apenas es visitada por los turistas, que prefieren quedarse en la zona desarrollada junto al Danubio que está llena de terrazas como cualquier localidad costera. Si no fuera porque después del agua del Danubio ves la orilla del otro lado del río bien podría pensarse que estás en el mar.

En esta localidad he visto los váteres callejeros más atómicos de mi vida. Había uno junto a la orilla del Danubio. Estaba cerrado. Una mujer y un hombre esperaban. Hice cola. Se abrió la puerta y salió una mujer. Como vi que las otras personas que esperaban no entraban, deduje que la estaban esperando y me metí yo. Vaya bronca que me llevé en serbio. Ese serbio que está al alcance todos los que no lo hablamos. Que cómo se me ocurría meterme, que si no sabía esperar mi turno, que así no funcionan las cosas,… Pedí disculpas y me salí. Pero no entró nadie. Miraba perplejo sin entender. La puerta se cerró y todos esperando. 

Este es el váter. Se entrevé el
hombre que quería engañar al
ojo atómico, pero tuvo que
salir.
Parte alta de Zemun con el Danubio al fondo. 
El váter tiene un ciclo de desinfección después de cada uso. Uno entra, hace sus necesidades, se lava, se seca, se asea, pulsa un botón y sale a la calle. La puerta se cierra y comienza a girar el interior del váter, se limpia todo y se desinfecta. Con unas luces en el exterior te va indicando cuál es el proceso de desinfección, y tú mientras meándote. Las dos mujeres se fueron. El hombre que hacía cola entró sin esperar el proceso, pero el váter es sumamente inteligente y con voz robótica le dijo en serbio que saliera, que no había realizado la limpieza. El hombre, que debía mearse se escondió a un lado para que el ojo del váter no lo detectara. No le sirvió. Le insistió que saliera. Aún intentó un nuevo engaño pero no coló. Tuvo que salir, apretar una pierna contra otra para evitar mearse a las puertas del váter más atómico del mundo y esperar a que el juego de luces se pusiera verde. Por fin pudo mear. Yo esperé toda la desinfección y después de un buen rato también pude orinar en un váter impoluto.

domingo, 14 de octubre de 2018

Danilo. Serbia 20/09/2018


Danillo. Serbia 20/9/2018

Danilo
Lamento no tener una foto juntos.
Vivo en casa de Danillo y su pareja Slavica. Danillo trabaja para una empresa americana que se relaciona entre sus empleados de todo el mundo por internet. Le sale más barato pagar a un serbio que a un americano. Tiene unos horarios de trabajo extraños, porque depende de la hora del país con el que tenga que comunicarse. Dentro de sus horarios ha encontrado un hueco para acompañarme a correr.

Hemos acabado los dos agotados. Ha sido una experiencia fabulosa. El recorrido ha sido por un trazado junto al Danubio hasta la isla de Ada Ciganlija. Precioso. Inmejorable la compañía. 

Danillo chapurrea el español. No es suficiente para entenderse, pero sí para reírnos. El español que sabe lo aprendió con un zaragozano que tenía un bar para el que trabajaba. Construir frases le cuesta, pero en cambio, de vez en cuando estamos hablando en una mezcla de hispanoserbioinglés y te dice: ”Quiero Colgate. Y yo escupite y matate”. Luego te suelta: “Ande yo caliente y ríase la gente”.

En la conversación, en un momento se para y se pone a cantar la canción de Paco Ibáñez “El lobito bueno” de José A. Goytisolo, hasta llegar a la palabra cordero. Y es que quería hablarme de la gente que va como corderos, no se acordaba de la palabra en español y cantando la canción la recordó.

Danillo es sumamente hospitalario. Se desvive tanto por uno que se pasa con las explicaciones. Si algo está pasando la calle a la derecha, son tantas las explicaciones que da, dónde debes mirar, qué edificio te vas a encontrar a tu derecha, a tu izquierda, qué motos suelen estar aparcadas en la zona por donde vas, que luego cruzas la calle, das dos pasos a la derecha y cuando llegas piensas que te has equivocado, que no puede ser que sea tan sumamente fácil.

sábado, 13 de octubre de 2018

Sorpresas arquitectónicas. Serbia. 20/09/2018


Sorpresas arquitectónicas. Serbia. 20/09/2018

Paseando por zonas céntricas de Belgrado, de repente te encuentras una puerta abierta a la calle, que no da a una casa, sino a un grupo de casas. Son casas de una planta, con calles estrechas y generalmente mal cuidadas y tortuosas, pero que para mí tienen su encanto. Son como diminutos barrios dentro de zonas con edificios altos. Pequeñas comunidades, que parecen de gente muy humilde, como si no tuvieran posibilidades de especular con su suelo. 

Me he interesado por su origen y resulta que está en la segunda guerra mundial. Las manzanas de casas que fueron bombardeadas, dejaron parte de su estructura exterior y el interior fue ocupado por familias humildes que no tenían nada y allí construyeron sus casas, en un terreno que no era de su propiedad. 

Estas casas y calles están dentro de otro edificio.
Finalmente la situación se legalizó y pueden vivir en esas casas, aunque no son propietarios del terreno y los antiguos propietarios y los actuales usuarios tienen problemas para venderlo, si lo deciden.

Siguiendo una línea parecida, cerca del Bulevar Déspota Stéfana, que es por donde yo vivo, hay un pequeño acceso a un patio interior que es enorme, alrededor del que se han instalado bares donde acude la juventud de Belgrado. Está situado junto al conocido barrio bohemio de Skadarlija y es concurrido por la juventud local y mucho menos por los turistas.

miércoles, 10 de octubre de 2018

La misa. Serbia.


La misa. Serbia 21/9/2018

Ésta y la de abajo son dos iglesias
que están situadas en el Belgrado antiguo.
Imprescindible su visita.
Estaba paseando por la parte más antigua de Belgrado, donde estaba el Belgrado original, viendo la desembocadura del Sava en el Danubio, cuando escucho unos cánticos que me evocaron a los gregorianos. 

Sigo el sonido y llego a una iglesia donde estaban celebrando una ceremonia religiosa, una misa ortodoxa serbia. Así que entré para ver los ritos por los que complacen a Dios, y escuchar los cánticos. Los cánticos me sedujeron. Estuve a punto de pedir el ingreso en el convento. Voces de hombres que iban desde las más agudas y afeminadas hasta las más graves. 

Ésta y la de arriba son dos iglesias 
que están situadas en el Belgrado antiguo. 
Imprescindible su visita
 El interior de la iglesia era un espacio abierto con sólo unas pocas sillas en los lados junto a las paredes laterales. Entré y por estar más cómodo me senté en la primera silla que vi libre a mi izquierda. Estaban todas desocupadas porque los feligreses estaban en el espacio abierto pasando en fila a besar un cristal. No llevaría ni un minuto sentado cuando una mujer mayor gritándome me dijo en un serbio que entendí sin traductor que me fuera de allí, impío pecador y ultrajador de la religión serbia. 

Me levanté rápidamente dispuesto a irme, pero vi que con el dedo no señalaba la salida, sino las sillas del otro lado. Enseguida lo comprendí. Me había ido a sentar en la bancada de las mujeres. ¡Qué osadía! Ya en mi sitio, en compañía de seres barbados, fui haciendo lo que ellos hacían para no molestar. Se pusieron en fila mirando al centro, yo hice lo mismo y pasó un sacerdote con su incensario dándonos a cada uno nuestra ración de aroma, que es la misma que la de las iglesias católicas de España. 
Aunque no se aprecia en la fotografía
las lámparas están fabricadas con
casquillos de bala.

Con tanta devoción y misticismo alcé mis ojos al cielo del recinto y cuál fue mi sorpresa al descubrir que las lámparas que nos alumbraban estaban hechas con casquillos de balas. Imagino que habían servido para acercar a algún ser humano con presteza a Dios.

Al final de la ceremonia, en vez de repartir hostias, daban un puñado de unos cubos que los feligreses comían como si fuera un merienda. Generosos.

martes, 9 de octubre de 2018

Los tatuajes. Serbia 19/09/2018


Los tatuajes. Serbia 19/09/2018

Como no tengo foto de tatuados.
Paseando por Belgrado me ha llamado la atención que casi todas las pieles tienen olor y pigmentación a piel. Pieles de humanos con las que disfrutarían los desolladores. Pieles lisas, con sus pecas, algunas, con sus rugosidades, sin escrituras en chino con mensajes tipo “me cagüen tu puta madre”, aunque el que la lleva lo traduzca como “la espiritualidad nos une a todos”. 

Hace poco vi en internet una fotografía de un chino que se había tatuado en el pecho un mensaje con caracteres latinos (nuestro exotismo, su exotismo) el siguiente texto: “Bocata de calamares”. Imagino la cantidad de tatuados que llevarán en la pierna: “arroz tres delicias”.

Ver las pieles sin tintar me produce serenidad. Mensajes por los edificios, en los escaparates, en las paredes empapeladas, en la prensa, en el móvil,… frente al mensaje de la piel sin tintar no tiene comparación.

Como son modas, todo llegará y posiblemente antes de que alguien lea este comentario ya se habrá extendido el sentimiento de pertenecer a la ola que impera.


Hace unos días vi a una señora mayor con tatuajes de estos que sólo son figuras geométricas y como todo obedece a modas, dentro de unos años, cuando los jóvenes hoy tatuado sean viejos, los jóvenes los verán como algo propio de vejestorios y se impondrá la moda de las pieles como hoy llevan la mayoría de los serbios.


lunes, 8 de octubre de 2018

Los cementerios. Serbia.


Los cementerios. Serbia 19/9/2018

Quien me conoce, o me ha leído, sabe que generalmente hay dos visitas que no suelo perderme en los lugares que visito, los supermercados y los cementerios. Últimamente visito más los supermercados porque los cementerios me dicen cada vez menos. 
Tumba en la que falta la fecha de la muerte
y la inquilina.

Panteón familiar en la que espera a Dragana
que nació en 1952
Sin querer, hoy, paseando sin rumbo me he encontrado un área de cementerios en Belgrado. Dos cementerios judíos, un cementerio ortodoxo y otro cementerio donde están enterrados los soldados franceses que lucharon contra los alemanes. Un cementerio muy militar, sobrio, con cruces blancas, todas firmes, en formación, dispuestos a escuchar la orden para salir en combate. Sólo que el general que los dirige también está muerto y no tiene voz para ningún “ar”. Mientras les deja estar en la postura de descanso. Descanso eterno.

Del cementerio ortodoxo, nada de particular salvo el hueco que se tienen reservado los vivos. Todos, aunque sea de forma figurada por aquello de las incineraciones, tenemos nuestro lugar entre los muertos, pero muchos serbios, estando vivos tienen ya su huequecito. 

Es muy común encontrar lápidas familiares en las que también está grabado el nombre, la fecha de nacimiento y la fotografía de la persona que ocupará ese espacio cuando muera. Sólo falta una fecha.

Cementerio de los soldados franceses que lucharon por la
liberación de los serbios, ordenados descansando armas.
Un día tuve la idea de preparar la tumba donde reposarán mis cenizas. Todavía estoy en ello, aunque lo llevo bastante avanzado. Alguna vez me siento junto a la que será mi tumba para hablar con el yo que no seré cuando esté muerto. Pensaba que era una cosa sólo mía, pero está visto que te copian las ideas años antes de que se te ocurran.