Novi Sad. Serbia 24
septiembre 2018
Entrar en la plaza
del Ayuntamiento de Novi Sad impresiona gratamente. Más en mi caso
que accedí a través de algunas callejuelas. Llegar a una plaza
abierta, con proporciones muy humanas, colorida pero lo justo y con
un ambiente, el que yo vi, ameno pero no agobiante es un lujo.
Novi Sad es la
segunda población en tamaño de Serbia. La zona central es la
más bonita. A mí me satisfizo pasear una y otra vez por las mismas
calles y meterme por unos callejones que pasan por entremedio de las
casas con algunas tiendas o rincones sorprendentes. Estuve toda una
mañana andando y desandando.
Por la tarde fui,
también caminando, está muy cerca, a ver la fortaleza de
Petrovaradin. Es una fortaleza inmensa que según cuentan no pudo ser
nunca conquistada. Para hacerse una idea de las dimensiones sólo hay
que tener en cuenta que su interior sobrepasa las 100 hectáreas (200
campos de fútbol y no cien como dicen muchos periodistas).
Desde la cima, la
imagen del Danubio, del que me he enamorado, vuelve a ser
espectacular.
Antes de volver a
casa, para guardar una buena imagen en la retina me he vuelto a pasar
por la plaza del Ayuntamiento. Me he sentado un rato y he escuchado a
un anciano que vestido con ropas tradicionales cantaba música
serbia.
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