Los cementerios.
Serbia 19/9/2018
Quien me conoce, o
me ha leído, sabe que generalmente hay dos visitas que no suelo
perderme en los lugares que visito, los supermercados y los
cementerios. Últimamente visito más los supermercados porque los
cementerios me dicen cada vez menos.
Tumba en la que falta la fecha de la muerte y la inquilina. |
Panteón familiar en la que espera a Dragana que nació en 1952 |
Sin querer, hoy, paseando sin
rumbo me he encontrado un área de cementerios en Belgrado. Dos
cementerios judíos, un cementerio ortodoxo y otro cementerio donde
están enterrados los soldados franceses que lucharon contra los
alemanes. Un cementerio muy militar, sobrio, con cruces blancas,
todas firmes, en formación, dispuestos a escuchar la orden para
salir en combate. Sólo que el general que los dirige también está
muerto y no tiene voz para ningún “ar”. Mientras les deja estar
en la postura de descanso. Descanso eterno.
Del cementerio
ortodoxo, nada de particular salvo el hueco que se tienen reservado
los vivos. Todos, aunque sea de forma figurada por aquello de las
incineraciones, tenemos nuestro lugar entre los muertos, pero muchos
serbios, estando vivos tienen ya su huequecito.
Es muy común
encontrar lápidas familiares en las que también está grabado el
nombre, la fecha de nacimiento y la fotografía de la persona que
ocupará ese espacio cuando muera. Sólo falta una fecha.
Cementerio de los soldados franceses que lucharon por la liberación de los serbios, ordenados descansando armas. |
Un día tuve la idea
de preparar la tumba donde reposarán mis cenizas. Todavía estoy en
ello, aunque lo llevo bastante avanzado. Alguna vez me siento junto a
la que será mi tumba para hablar con el yo que no seré cuando esté
muerto. Pensaba que era una cosa sólo mía, pero está visto que te
copian las ideas años antes de que se te ocurran.
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