viernes, 19 de octubre de 2018

Ne rasumio. Serbia.


La vuelta de Smederevo. Serbia 22/9/2108

Los autobuses urbanos en Belgrado no tienen cobrador y el conductor te cobra mientras conduce, devuelve los cambios y contesta al teléfono móvil si es menester. En cambio los autobuses interurbanos tienen cobrador, a pesar de que los billetes se compran en la estación. 

Había comprado el billete de ida y vuelta a Smederevo. Había distintos horarios por la tarde para volver en autobús. Llegué a la estación y en ese momento estaba uno a punto de partir, así que me subí en él. Una vez arrancó, a los diez minutos viene la cobradora a pedirme el billete. Le entrego el que había comprado por la mañana para la vuelta. Lo coge, lo mira y me echa una bronca en serbio impresionante. Le miré a la cara y me dije; esta mujer debe tener un problema, ya lo solucionará. 

Me hacía preguntas, pero como no entendía, con toda la sinceridad y candidez posible, a cada pregunta le iba respondiendo “ne rasumio”, (no entiendo). Ella seguía con más preguntas, más gestos y más mala leche y yo con más nerasumios. La pobre mujer debía tener un problema gordo, pero yo no podía ayudarla. Ante tanto nerasumio, una pasajera acudió en ayuda de la cobradora para hacer de intérprete. Se brindó a hablarme en alemán. Yo seguía con el ne rasumio. Luego con el inglés y aunque rasumio un poco, no lograba entender lo que me decía de una tarjeta que me faltaba. Yo lo único parecido a una tarjeta que llevaba era el DNI y eso no les servía.

Me dejaron por imposible, la traductora volvió a ser una simple pasajera y la cobradora se fue atender al resto de pasajeros, que no fueron merecedores de ninguna bronca. Mientras, yo tranquilo seguía pensando que la cobradora tenía un problema, yo no, y no podía ayudarla.

Al cabo del rato, la cobradora hizo algunas anotaciones sobre el billete que le había entregado, me lo devolvió de malas formas, ya no me dijo nada, pero hizo un gesto que yo traduje como: “No hay solución, no sé cómo la familia de este viejo lo deja salir de casa”. 

Como ya no la escuché más en todo el viaje, deduje que el problema que tenía la mujer ya se le había solucionado.

Dos días después supe lo que había pasado. El billete de vuelta debía haberlo validado en la estación de autobuses antes de subir al autobús y entonces me daban otro billete, (la tarjeta de la que hablaba mi traductora). Y lo más grave, son varias compañías de transporte las que hacen el mismo recorrido. Todos los billetes los venden en la misma taquilla. Yo había contratado la ida y vuelta con una compañía y volví con otra de la que no tenía billete. O sea que el problema que tuvo la cobradora lo resolvió muy dignamente.

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