Los amigos.
Cuando les dije a unos
amigos que me iba a Israel me preguntaron que si tenía allí amigos.
Les contesté que no. Y no era cierto. Tenía muchos amigos, a lo que
aún no conocía. Iba a conocerlos. Son amistades breves, eternas en
el recuerdo. Con algunas mantendré algún contacto. Con otras nunca
sabré de ellas.
Un buen amigo que he
dejado es Avi, más anciano que yo, pero jovial, todavía trabaja
porque no sabe estar sin hacer nada. Estuve en su casa. Es de esas
personas que dicen que su casa es la tuya y es cierto. Nos fuimos a
dar un paseo y cuando cerrábamos la puerta me preguntó que si había
cogido las llaves, que él no llevaba.
Compartiendo desayuno con Avi en su terraza. |
Otro amigo es Javier, un
alicantino que el próximo octubre trabajará como percusionista en
la orquesta filarmónica de Tel Aviv. Siendo mucho más joven que yo,
teníamos tantas cosas en común que parecía que nos habíamos
encontrado por necesidad. Sólo faltó que después de tener lecturas
comunes, inquietudes comunes, experiencias comunes, ideas comunes de
la vida, al despedirme de él lo hice como el anciano lobo estepario
y él inmediatamente reaccionó diciendo que si también era seguidor
de Hermann Hess, autor del libro “El lobo estepario”, una lectura
de mi juventud, que ahora estaba muy alejada de la suya y que no
suele darse en gente de su edad. Fue la última coincidencia.
Avi, mi anfitrión sefardí que hablaba algo de
ladino, se levantaba temprano para prepararme
una tortilla a la francesa antes de irse a trabajar.
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Tres amigas fueron dos
madrileñas y una palentina, dos estudiaban periodismo y otra
biología. Estuve poco rato con ellas, pero es posible que vuelva a
contactar.
Otra amiga es Iris que
vive en Israel pero que es de Zaragoza y creía recordar a mi hija,
Tuve una larga conversación en la que hablamos de todo y coincidimos
en casi todo. Cuando le dije que llevaba tiempo preguntándome cómo
iba a explicar desde mi postura antisionista cuál era la realidad de
los judíos y los palestinos en Israel, ella me dio algunas claves y
me dijo que también le pasaba lo mismo, que desde su postura de
izquierdas y atea era muy difícil justificar a los israelíes.
Algunos amigos más tuve,
como Pior, un polaco que es muy posible que me encuentre en cualquier
parte del mundo porque va dando tumbos por albergues, haciendo y
deshaciendo continuamente su mochila.
Podría no haber visto
nada y el viaje hubiera merecido la pena por ir a conocer estos
amigos, que ya lo eran pero que nunca habíamos coincidido.