domingo, 18 de agosto de 2019

Interrogatorios en Israel.


Interrogatorios. Israel. Mayo 2019.

Las medidas de seguridad en Israel son escandalosas. A los dos días de estar ya estás acostumbrado y ves normal pasar por un arco de seguridad y un registro para entrar en un supermercado o para coger un autobús, por ejemplo. En los controles fronterizos también. Cuando entré de Jordania a Israel debía reunir todas las condiciones de sospechoso porque entre la gente que pasaba sólo a un árabe y a mí nos interrogaron.

Me preguntan que si viajo conmigo mismo (yourself), refiriéndose a solo. Contesté que sí, aunque la verdad es que querría haberle explicado la realidad de mi soledad, pero me faltaba mucho vocabulario para explicarle que a veces ni yo mismo me acompaño y el José Alberto pensante y el José Alberto viajero van cada uno por caminos distintos y en ocasiones irreconciliables.
Luego me pidió que le explicara por qué viajaba conmigo mismo. ¿Cómo explicarle que es el precio que tengo que pagar para sentirme libre (y no siempre)?, así que me encogí de hombros para darle a entender que no lo tenía claro.

¿Dónde va? A Jerusalén, respondí. ¿Tiene amigos allí? No ¿Tiene familia allí? ¿Para qué va?
Las respuestas en estos interrogatorios siempre son falsas. Se acomodan a lo que quiere escuchar el interrogador. La verdad es que tenía amigos en Jerusalén, lo que aún no los conocía. Iba a conocerlos. 
Sinagoga sefardí donde fui a conocer posibles hablantes
de ladino, porque me dijeron que era la que más vínculos
con España tenía. Quien estaba entonces no supo darme ninguna
razón de quién pudiera hablar ladino.

Para un ciudadano del mundo como yo que tiene por familia a la humanidad ¿cómo decirle que sí tenía familia? Me preguntarían por el nombre de todo y yo los desconocía porque no importaban los nombres, sino las personas. Eran familia mía, algunos parientes lejanos, muy lejanos y otros familiares con los que no me llevaba bien, pero para mí todos formábamos parte de la misma familia. La respuesta, ya lo he dicho, fue que no tenía familia. Si hubiera dicho la verdad igual no me dejan pasar. ¿Cómo iba a entender que palestinos y judíos son parte de mi familia?

¿Para qué va? Pues para conocerlos, debería haberle respondido. Me encogí de hombros. Debió pensar “este abuelo no sabe ni dónde va ni lo que quiere” y me dejó pasar la frontera del estado de Israel.

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