domingo, 18 de agosto de 2019

El ladino. Israel. Mayo 2019.


El ladino. Israel. Mayo 2019.

La comunidad etíope es muy numerosa en Tel Aviv. Hay un
barrio próximo a la estación de autobuses donde es difícil ver
a un blanco. Ellos no hablan ladino.
Los judíos españoles fueron expulsados de España en 1492. Desde entonces prácticamente no ha habido judíos en España. Por si quedaba alguno Franco los tenía en su punto de mira con aquello de la conspiración judeomasónica. Pero los judíos españoles expulsados en 1492 siguieron conservando su idioma, el español y en algunos casos la llave de su casa por si alguna vez conseguían volver. Uno de los objetivos que tenía en mi viaje era contactar con estos judíos para conocerlos de primera mano, ver su realidad y el recuerdo que generación tras generación se habían transmitido. En Tel Aviv me dijeron que allí no encontraría ninguno. Estuve en un sinagoga que era la más importante de los sefardíes, (los sefardíes son en su mayoría descendientes de españoles) a la que me remitieron, y me dijeron que no conocían a nadie. También estuve en Jerusalén en el barrio Ohe Moshe donde me dijeron que vivían los ladinos. Pregunté a casi todos los vecinos del barrio, pero no pude dar con ninguno. Sólo con unas mexicanas judías que estaban de turismo y que ellas conocían algunas canciones en ladino que me cantaron. Avi, mi amigo israelí en cuya casa me alojé, era sefardí. Sus abuelos hablaban ladino y él recordaba algunas palabras que había oído a su abuela y alguna canción que me cantó varias veces.

La única persona que hablaba ladino la encontré por casualidad en Tel Aviv. Le fui a preguntar por una dirección y por mi mal inglés y mi acento enseguida dedujo que era español y se puso a hablar un español torpe, pero entendible conmigo. Hablaba ladino. Sus padres, descendientes de españoles, vivían en Turquía, hablaban entre ellos en turco, pero con sus hijos en español medieval y así lo aprendió. Llevaba muchos años sin hablar con nadie en ladino y de ahí su torpeza al hablar. Él ya no lo hablaba con su familia y se podía dar por perdido en lo que a su rama se refería.
Lo que he podido constatar es que en Israel es difícil encontrar a alguien que lo hable y los pocos que lo hacen son los últimos que conservan este legado cultural. Creo que algún ministerio o el Instituto Cervantes deberían hacer algo porque será una gran pérdida.

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