Los disfraces judíos
La capacidad humana para
asimilar situaciones extrañas es sorprendente. A las pocas horas de
estar en Jerusalén me parecía normal encontrarme a niños y adultos
con sus tirabuzones en las patillas, con sus kipás por todas partes,
con sus sombreros que guardaban en un portasombreros, con sus medias
blancas y sus trajes satinados, las pelucas de las mujeres para no
mostrar su propio cabello o los pañuelos que lo cubrían, por no
hablar de la gente que iba vestida de normal o los franciscanos con
un hábito que en vez de llegar hasta los pies, se les quedaba en la
cintura a modo de chaquetilla o los curas negros con sotanas
violetas. En algún momento piensas ¿no seré yo el raro? No. Todo
es normal.
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