domingo, 15 de septiembre de 2019

Jardín botánico. Cluj Napoca. 15 sep. 19


Jardín botánico. Cluj Napoca. 15 sep. 19

Voy cambiando algunos hábitos. Siempre visitaba los cementerios en las ciudades donde iba y ahora, lo hago pero si me pillan de paso. Ya estoy saturado de tanto muerto. Ya he visto demasiados y distintas formas de tratarlos según las culturas. Ya estoy encontrando pocas cosas nuevas, pero no dejo de visitarlos si veo que me pueden aportar algo más a mi análisis de cómo distintas gentes y culturas tratan a los restos de otras gentes.

Desde hace unos cuantos viajes, si puedo, entro a visitar los jardines botánicos. Ya llevo unos cuantos, aunque no siempre he hablado de ellos. Los jardines botánicos también dicen mucho de la cultura y forma de ser de las ciudades que los tienen.

El jardín botánico de Cluj lo he recorrido primero por fuera, por todo el vallado. Me ha causado una impresión tan penosa que he estado a punto de no entrar. Pero la entrada estaba muy cuidada, y me he animado. He hecho bien. Muy bien. Porque es un jardín maravilloso, donde se puede pasar una tarde entera paseando por todos los rincones, que son muchos, viendo plantas, árboles, con agrupaciones curiosas por senderos algunos adoquinados, otros retorcidos por la ladera de la montaña hasta bajar a un riachuelo, con la impresión de que estaba perdido en un bosque. Me ha gustado mucho la forma de tratarlo, muy distinto a algunos que parecen demasiado artificiales. Recomendable y eso que no suele figurar en ninguna cita turística.

Pensionari. Rumanía Septiembre 2019


Pensionari. Rumanía. Septiembre 2019

Un pensionar en Bucarest
He aprendido a decir pensionari (pensionistas o jubilados) en rumano y es que eso me facilita las entradas más baratas en los lugares donde cuenta la edad. Cuando lo he ido a decir la primera vez me he armado de documentos (el DNI y el carné que expide la DGA) y argumentos (para justificarme si me hacían preguntas), pero no ha sido necesario. Me han mirado y han puesto cara de pensar “pensionari y desde hace años”. Así que con mi cara de viejo entro despacio a botánicos y museos, no vaya a deslucir mi andar garboso con mi condición de anciano.

Cluj Napoca. 15/9/2019


Cluj Napoca. 15/9/2019

Hoy he aterrizado en tierras rumanas. La primera sorpresa que me he llevado es que he visto a tantos rumanos como en Alcañiz, mi pueblo, si no son más. La única diferencia es que no hablan todos español. Pero sí que he encontrado bastantes que lo hacen. Anca, la dueña de la casa donde me hospedo va mejorando su español por momentos y es que tiene pocas oportunidades de practicarlo. Cuando he llegado esta mañana apenas balbuceaba alguna palabra, en cambio por la noche ya ametrallaba frases enteras. ¿Y cómo lo aprendió? Viendo telenovelas hispanoamericanas. Lo entiende casi todo, pero no tiene la soltura de hablarlo.

Estando al mediodía en Cluj he preguntado a unas nativas. Enseguida han descubierto mi acento español y una de ellas, aunque con mucho acento, hablaba perfectamente, con los verbos bien construidos. ¿Cómo lo aprendió? Viendo telenovelas. Lo curioso, le he dicho, que no tiene acento sudamericano.

Más tarde, al querer comprar un billete de autobús y que el expendedor no me atendiera porque no tenía ningún interés en esforzarse, he preguntado ¿alguien habla español? y una chica muy amable me ha hecho de intérprete. También había aprendido con las telenovelas.

Unos días más tarde en Bucarest, en la casa donde he estado viviendo, la chica balbuceaba el español por el mismo motivo.

He llegado a la conclusión, porque también he encontrado en otros países a otras mujeres que hablaban bien el español gracias a las telenovelas, que han hecho por la divulgación del español más las telenovelas que el Instituto Cervantes.