Cuando fundaron por segunda vez Buenos Aires tenían que
elegir un patrón. Metieron todos los nombres de los santos en un saco y un niño
extrajo el que debía serlo. Salió san Martín de Tours. Los españoles no
consintieron que un santo francés fuera el patrón, así que volvieron a pedirle
al niño que sacara otro y volvió a salir san Martín, vuelta a empezar y volvió
a salir san Martín. Los españoles tuvieron que doblegar su orgullo porque
vieron que los cielos y los santos no admitían otro patrón.
En noviembre se conmemora este acontecimiento con desfiles,
bailes, trajes tradicionales y soldadesca española que representa a los
colonizadores.
Todo discurre en la Plaza de Mayo, la famosa plaza de las madres que aún siguen
yendo los jueves y que ahora está ocupada por una vindicación de soldados que
lucharon en la guerra de las Malvinas a los que el gobierno no reconoce su
condición de combatientes. Una vez más las guerras y las guerras de las guerras
y las guerras que dan las guerras. Llevan cinco años acampados en la plaza y
cuando estuve yo habían iniciado una huelga de hambre hacía veintiún días.
Entre la gente, que cerca de los combatientes sin
reconocimiento, celebraba a san Martín estaban los que vestidos de militares
llevaban sus tambores. Tenía que ser, tenía que hacerlo, así que me toque un
redoble alcañizano para dejar constancia de que doscientos años después todavía
había un español tañendo tambores, esta vez de paz y amistad.
Entre los actos había juegos tradicionales. Juegos que eran
los que tradicionalmente se jugaban en España hace doscientos años, como la
taba, la rana, la herradura,… que ahora se han perdido y que los pueblos
indígenas siguen conservando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario