|
Este es todo mi equipaje para viajar por el mundo.
Muchos no entienden cómo en esa pequeña
mochila (del Tragamillas) cabe tanto. |
De vuelta a Auckland no tenía dónde dormir. Así que he
mirado una habitación individual en los primeros alojamientos que me he
encontrado. No tenían. Un neozelandés me ha venido, son muy amables, y me ha
preguntado que si me podía ayudar. Estoy buscando algo para dormir esta noche.
No te preocupes, yo te llevo. Con paso decidido me ha ido guiando por diversas
calles. Mi guía iba con un carro de los super y una maleta dentro. Hablando me
ha preguntado por dónde vivía habitualmente y le he dicho que en España, aunque
la pregunta era tonta, le he dicho ¿y tú? Y me ha respondido que en la calle.
¿En la calle? Si, desde hace unos meses, a la vez que iba saludando con cordialidad
a otros que vivían en la calle con afabilidad.
Me ha guiado hasta un albergue de mochileros. He pedido una
habitación individual y no tenían. Como no tenía ganas de ir buscando más le he
dicho que compartida. Y he tenido como compañeros de habitación a tres chicos y
dos chicas. Un ambiente de olorcillo controlado a pies y cierto aire de
camaradería con el abuelete. Un chileno que estaba en la habitación me ha
informado de todo lo que podía ver en Chile cuando vaya. Me ha contado sus
aventuras por Australia, donde está trabajando desde hace un mes en una
plantación de kiwis. Me ha dado también instrucciones de cosas que hacer en Auckland,
aunque ya había estado y se me ha ofrecido a darme todos los consejos
necesarios cuando llegue a Santiago.
|
Parte del aspecto que presentaba la habitación compartida. |
Así que siguiendo sus consejos he tenido una tarde de
lectura en la playa y un paseo por otros de los innumerables parques que tienen
por doquier. Y se me han hecho las tantas cuando volvía a mi habitación
compartida. He pensado que llegando tan tarde iba a molestar a mis compañeros
que estarían durmiendo. No he molestado a nadie, pues he sido el primero. No
estaban dormidos que estaban de parranda.
Es lo que tienen los albergues, no están pensados para los abueletes... Pero veo que tú te adaptas bien.
ResponderEliminar