A primera hora de la mañana me he ido a bañar en las playas
de Valparaíso. En el Pacífico. Todos me habían advertido que no lo intentara
porque el agua estaba helada. Pero el reto era bañarme en noviembre y hacerlo
en el Pacífico.
He llegado a la playa, me he quitado la ropa y la he dejado
con la cámara de fotos sobre la arena mientras me iba a meter al agua.
Enseguida un grupo de jóvenes, uno de los que me ha hecho la foto, me ha
advertido de que no podía dejar la ropa y la cámara sin vigilancia porque había
muchos lobos (ladrones) ¿vosotros sois lobos? Por supuesto que no, me han
contestado. Entonces ¿cuál es el problema? Me han insistido en que había muchos
lobos.
Cuando ya me iba, ha venido a mi encuentro un hombre que
estaba en la playa con seis de sus ocho hijos (todos varones) y me ha dicho que
cómo se me había ocurrido dejar la cámara y la ropa sin vigilancia. Que había
muchos lobos. Pero como él tampoco era lobo, no ha habido ningún problema, pero
eso sí me ha contado sus andanzas como soldado de Pinochet y luego como soldado
en Irak donde vio atrocidades “que nunca he contado a nadie, ni contaré a mis
hijos”, pero que a mí, como me lo llevaré para España y nunca nos volveremos a
ver, me ha contado.
Por la tarde, dos amigos más que he hecho y que me querían
bien, han vuelto a prevenirme sobre la presencia de lobos.
Imaginad qué ha pasado. Que todo eran corderos.
Qué huevos, tío.
ResponderEliminarEso sí, muy pacífico no parece este océano...