Muchos de ellos viven en lo que podríamos llamar barrios
alrededor de un centro de reunión, que tiene toda la apariencia de una iglesia,
pero que es un lugar asambleario donde se discuten los temas concernientes a la
comunidad.
Sus casas forman pequeños poblados con amplios espacios. He
estado en varios. Son lugares donde no suele llegar ningún turista, pues los
turistas van a sus representaciones.
No tienen nada de extraordinario, pero sí dice mucho de su
forma de vida en la actualidad, de sus relaciones sociales y de sus escuelas
que también las he visitado. No es habitual escucharle hablar en maorí, incluso
entre ellos hablan en muchas ocasiones en inglés.
Su saludo, juntando las frentes y frotando las narices lo he
visto en contadas ocasiones. Las tiendas donde venden los objetos que supuestamente
producen están regentadas casi en tu totalidad por orientales y descendientes
de ingleses.
La tradición maorí es más un elemento de explotación
turística que una forma de vida distinta. Su gastronomía debe ser inexistente o
peor que la inglesa, pues no he visto ni un solo puesto de comida ni
restaurante donde ofrezcan comida maorí.
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