Pertenezco a la generación que hemos crecido con dosis de
cristianismo, de marxismo, de anarquismo, de sueños y la dulzura rebelde de
Mafalda.
Mafalda vive en mi casa y en muchas casas. También vive en
mi recuerdo y en alguna frase que no sé si dijo, pero que la empleo como si la
hubiera dicho.
Y es que Mafalta tiene vida propia que ya no pertenece a su
creador, sino que va naciendo y renaciendo en mucha gente que cree en ella.
Si me he hecho tantas fotos, no podía dejar de hacerme una
con ella. Allí está, quieta, posiblemente hastiada de tanto turista que
pretende inmortalizarla con una foto, cuando ella es inmortal. Me parecía mal
no hacerme una foto con ella, en una esquina de San Telmo, a pocos metros de la
casa donde nació. Quise ser delicado y me di cuenta de que todos los que hacían
cola para posar con ella también lo habían sido, porque nadie había escrito una
fecha y la estupidez de “yo estuve aquí”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario