Que las ciudades no tengan historia influye notablemente en
qué consideran importante o no. Hay ciudades sin historia, como Niuyork, que
son un faro, pero otras, sin su dinamismo no son tan atractivas.
Valparaíso es una ciudad bonita, aunque nada espectacular.
Su mayor atractivo son los cerros por donde suben las calles con casas pintadas
en colores vivos y distintos. Tiene otro atractivo, quizás el más interesante,
y es la gran cantidad de estudiantes que cobija de distintos países, lo que la
hace viva, joven, dinámica y con bares repletos de vida. Los estudiantes
franceses son multitud.
Pero Valparaíso tiene un gran pecado imperdonable, sus
cerros están mirando al mar, pero vive de espaldas al mar. Lo han vallado, su
acceso se hace casi imposible. Una vía pública de dos carriles, una valla de
dos metros de altura, dos vías de ferrocarril y una nueva carretera, son los
obstáculos para llegar a un mar donde te encuentras con embarcaciones hundidas
que asoman sus huesos pidiendo que alguien las saque de un ahogo eterno. Las
que flotan son buques de guerra y mercantes que afean horriblemente el
horizonte. Sobre los restos de
naufragios y de cemento abandonado toman el sol las focas para mostrar que a
pesar de todo también hay vida.
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