Los domingos es todo un espectáculo pasear por sus calles
partiendo de la plaza Dorrego. Un mercadillo, que además tuve la suerte de
coincidir con un aniversario lo que supuso que hubiera mucha gente disfrazada
para conmemorarlo.
El tango cantado y bailado. Las caras y los trajes de
algunas personas que más que sacadas de una película, metían al paseante en su
película. Gentes, gestos que sin duda los clasificas como tangueros.
Ya por la noche, agotado, cuando volvía a casa aún me
deparaba el paseo una sorpresa. Había una pista de baile donde iban alternando
tangos y milongas. Los argentinos tan entregados al servicio a los demás, me
iban informando del protocolo empleado en los bailes de tango.
¡Cuánto daría por saber bailar tango! Tuve que conformarme
con disfrutar viéndolos bailar.
Y otro disfrute magnífico, espectacular como dicen los
argentinos, fue beber en el barrio de San Telmo una (en realidad varias)
cerveza artesana. Un lujo.
Veo que siguen los mismos personajes de cuando estuve allí!! Ay, qué recuerdos...
ResponderEliminar