domingo, 28 de octubre de 2012

Christchurch ciudad fantasma


Son muchas las películas que se han filmado con calles desiertas, edificios semidestruídos y una atmósfera gris difusa. Por las calles que podían ser una imagen de un futuro de destrucción o de un pasado destruido, pasea sin que nadie le moleste  protagonista.
Esa es la sensación que he tenido yo. No había nadie para preguntar, sólo algún coche, he tenido que parar a uno para que me indicara dónde estaba la parada de un autobús.
El único ruido que se escuchaba era el de algún pájaro ajeno a la destrucción y el de algún coche que circulaba despacio como un fantasma. Los semáforos estaban en ámbar por todas partes incapaces de controlar ninguna circulación. Ir de una calle a la de enfrente, que se veía a pocos metros, podía ser un mal juego de laberintos, porque muchas calles están cortadas por miedo a los desprendemientos.
He sentido el horror contenido de las víctimas que hubo en el terremoto. Me he sentido en una película, en una realidad imposible. Encima el día estaba terriblemente triste. Lloviendo.
Son sensaciones que no había sentido nunca y por lo tanto difíciles de transcribir. Seguro que me servirán para interpretar de otra forma los terremotos y otras desgracias que los creadores de este mundo se empeñan en enviarnos. No son sólo imágenes en televisión o en la prensa. 

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