sábado, 20 de diciembre de 2014

Cuba. De Pinar a La Habana.


La mejor forma de viajar y bastante económica es compartir un “almendrón” que son esos coches de tiempos de Batista que suelen aparecer en todas las postales de La Habana. En todas las postales y en todas partes, porque esos coches están en cada espacio abierto y aún cerrado de La Habana. La producción debió ser enorme en los años cincuenta.

Interior del "almendrón" con mis acompañantes
Llegar hasta uno de esos coches puede ser una aventura con muchos intermediarios. Todos quieren atribuirse ante el chófer que ellos han sido los que han conseguido su cliente. Lo que narro a continuación es cierto: un hombre que parecía ir a alguna parte con cierta prisa se ha ofrecido a acompañarme hasta una “máquina” que sería buena y no vetusta. Al llegar a una esquina el coordinador de intermediarios me ha tomado desapareciendo el primer acompañante. Me ha acompañado para pasar la calzada. Me ha entregado a otro hombre que estaba al otro lado quien me ha llevado hasta otro que ha sido el que me ha presentado al chófer que me iba a llevar. Aún ha venido otro para echarme la bronca de por qué no se lo había dicho a él antes que a todos los que me habían acompañado.

Esta es la red de intermediarios que intentan llevarse una propina del chófer que va a conducir.


El viaje me deparaba una sorpresa. Viajábamos cinco personas junto al conductor. La policía ha parado el coche. Me ha preguntado de dónde era, luego si las mujeres que iban en el coche, dos, iban conmigo. He dudado para contestar que sí y así evitarles problemas, pero he dicho la verdad y le he dicho que no. Les han registrado los bolsos con detenimiento. Una llevaba pescado envuelto en ropa y se lo han hecho sacar. A los demás también los han registrado. A todos excepto a mí. Una vez más quedaba de manifiesto la discriminación que el cubano tiene con el cubano. Se han llevado al chófer y al rato ha vuelto. La conclusión a la que ha llegado es que la policía estaba buscando carne de vaca. Recordar que comerciar con carne de vaca está penado con cárcel, de 10 a 30 años. 

Cuando les he comentado al resto que había dudado en decir que sí que me acompañaban para evitarles registros, me han dicho que menos mal que no lo he hecho porque hubieran pensado que eran jineteras y entonces iban dadas. 

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