Este es el caribeño mar, cerca de Cienfuegos que me esperaba
después de la carrera.
|
Al volver de Jagua, nada más salir de
la lancha, un camión que debía recogernos ha salido sin todos los
que íbamos a subir. Cosas cubanas de difícil comprensión. Nos
hemos quedado todos en tierra, protestando a la sombra de un árbol.
¿Cuándo pasa el próximo? Me dicen que sobre las cuatro de la
tarde y eran las once y media. Todos protestaban, uno le ha echado la
culpa al Obama por el embargo y se han tumbado para estar allí sin
otra cosa que hacer cuatro horas de su vida. Me han dicho que la
playa estaba a unos seis kilómetros y les he dicho que me iba
corriendo. Todos me han seguido la corriente pensando que era una
broma. Me he quitado los pantalones para quedarme con unos de correr,
que también deberán servirme para bañarme, me he amarrado bien la
mochila a la espalda y al pecho y se han quedado boquiabiertos viendo
que iba en serio. Tumbados en la hierba han comenzado a darme
consejos, no corras mucho, no vayas con este calor, son muchos
kilómetros,… Unos excelentes consejeros cubanos tumbados y
conocedores del deporte. Me he despedido y en menos de media hora
estaba en la playa mientras ellos continuaban esperando.
La autonomía de ir
corriendo a los sitios me hace sentir libre e independiente. Ha sido
una buena experiencia que me llenaba de orgullo y satisfacción (más que al propio Juancar) acrecentada cada vez que pasaba un coche y me hacía un gesto
positivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario