viernes, 27 de junio de 2014

Preparativos para la marcha.

 Mi burro y yo. Capítulo III
Como fui diciendo a todo el mundo que Einstein, mi burro, y yo íbamos a hacer el camino de la vía. La buena gente me fue ayudando, unos con consejos, otros con sugerencias. Unos buenos amigos me regalaron unas alforjas que finalmente no pudo llevar, porque cuando se las enseñé a Einstein me dijo, pero esto sólo es para los domingos ¿no? Y es que me regalaron unas alforjas que estando a la altura de la clase social de Einstein no lo estaban del camino, pues son para ir de gala. Además tenía que modificarlas para ajustarlas a la envergadura de Einstein y eso suponía tener que agujerearlas, lo que me parecía dañar el regalo que con tanto cariño me hicieron Cindy, María Jesús, Laura, Cristina, Elma, Alberto y Sergio. Como también nos regalaron un sombrero, ese no me lo quité ni a sol, ni a sombra y me sirvió para mitigar los chaparrones que nos cayeron encima.

Alberto, otro amigo, me dio cursos de guarnicionero para preparar las alforjas de bicicleta adaptadas a los costillares de Einstein y disfrutamos los dos remachando cinchas y buscando soluciones con cintas de maleta y broches de plástico.

Finalmente, con mis planos, mis lugares previstos para abrevar, la comida preparada para subsistir durante cuatro días, el agua en tetrabriks para dar de beber a Einstein. El pozal para echar el agua, el panizo para completar su alimentación, la tienda de campaña y la manta para los lomos de Einstein, el entrenamiento previo para pasar túneles completamente oscuros, el paseo con las alforjas para que se acostumbrara a llevar algo sobre los lomos, parecía todo lo necesario para iniciar el camino y con la ilusión de ambos, y un poco de desconcierto por parte de Einstein llegó la madrugada del día 27 de mayo, el momento elegido para iniciar la marcha.

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