viernes, 27 de junio de 2014

Llegada a Bot.

Mi burro y yo. Capítulo X
Junto al camino de la vía, poco antes de llegar a la población de Bot hay un camping. Y justo cuando entramos en el camping nuevamente comenzó a llover. El gerente, muy comprensivo, enseguida buscó sitio para Einstein, pero no tenía nada a cubierto, así que lo tape con una manta y un plástico para pasar la siguiente tormenta.

También fue comprensivo conmigo el gerente y me buscó alojamiento para que no tuviera que montar la tienda de campaña bajo el chaparrón. Buena gente.

Bajo un diluvio, tanto que me vieron andando y me llevaron en coche para recorrer unos cuatrocientos metros, me acerqué hasta la población de Bot a por provisiones para mí, pues ya estaba cansado de comer tierra que crujía entre mis muelas. Hablando con la panadera le dije que había estudiado conmigo en los escolapios de Alcañiz un chico de Bot, hacía cuarenta y cinco años. Como no podía ser de otra forma era su hijo, que ahora vivía en Barcelona.

Einstein pastó hasta hartarse en el camping Terra Alta de Bot.

Durante todo el trayecto he llevado maíz en un bolsillo y de vez en cuando le he ido dando un puñado. El maíz le encanta, le vuelve loco. Generalmente se suele decir que las cosas que le gustan hay que dárselas como recompensa para que vayan aprendiendo. Yo se lo he ido dando de vez en cuando, sin ningún motivo, sin ser premio, sólo para que supiera que yo me preocupaba por él y le daba lo que le gustaba. Creo que me ha funcionado, pero de lo que estoy seguro es de que Einstein agradece que le vaya dando maíz a discreción

No hay comentarios:

Publicar un comentario