viernes, 27 de junio de 2014

Epílogo.

Mi burro y yo. Epílogo
Mientras se iban publicando los diversos capítulos de mi caminata con Einstein, mi burro, hasta Bot, yo había iniciado otra caminata, esta vez a lomos de mi vieja bicicleta recorriendo los caminos que unen Sevilla con Santiago de Compostela.  Habrá crónica.
Einstein, mi burro, estuvo unos días atendido por mi hija, pero sin duda me echaba de menos.
Cuando llevaba unos ocho días fuera la policía llamó a mi hija: “el burro de tu padre se ha escapado”, a lo que mi hija contestó que el burro de su padre no se había escapado, que se había ido voluntariamente a Sevilla con la bicicleta. No me refiero al burro de tu padre, sino al burro que tiene tu padre. Aclaradas las cosas, mi hija se fue en busca de Einstein.
Einstein había iniciado el camino de Bot. Había cruzado el denominado tercer túnel de Alcañiz, sin visibilidad, en curva de más de trescientos metros y había dirigido sus pasos haciendo el mismo recorrido que habíamos realizado juntos unos días antes. Quiero entender que buscándome. Cuando escuchó a mi hija, fue rápido a su encuentro y aceptó volver al redil. Siguiendo la iluminación de la linterna volvió a su casa cuando aceptó que mi hija no le mentía diciendo que en unos días volvería.
Y es que hay amistades fieles. Ya se ha producido el reencuentro. Ya ha saltado, ha lanzado sus patas traseras al aire al verme, ha rebuznado para que supieran a los cuatro vientos que volvíamos a estar juntos. Hemos salido a pasear, un corto paseo hasta pastos frescos. Y es que a Einstein le gusta la rutina o como mucho las aventuras controladas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario