domingo, 4 de noviembre de 2012

Moquero y pan con tomate




Sabida es la forma que tenemos algunos aragoneses de llamar alguien como “chico”, pero gritando. Echamos tantas ganas en la última sílaba del grito, que sólo se puede percibir “co” Yo tenía un amigo que utilizaba esta expresión tan a menudo que perdió el nombre y todos lo conocíamos como “Co”. Es una de las aportaciones imprescindibles del aragonesismo a la simplificación mundial de las palabras y los significados.
Esta introducción sirve para adelantarme a los tiempos. Algo muy nuestro es el moquero. Yo lo suelo llevar cuando viajo. Es muy útil y quiero dejar aquí constancia de que es un invento bajoaragonés, antes de que algún foráneo se lo quiera apropiar. Porque el moquero es una herramienta imprescindible para afrontar casi cualquier adversidad, sobre todo cuando se viaja.
El moquero puede ser elegante si se lleva con distinción, como un dandi bajoaragonés, en sustitución del corbatín. Se deja entrever el nudo para así dejar intuir que puede llegar a abrigar hasta el melico.

Se puede ser un poco más bohemio, incluso aficionado a las motos de fin de semana y se puede dejar con la punta ladeada mostrando cierto desenfado, rebeldía y desafío. Puede servir incluso para moteros de mobilete.

Con más desdén, uno puede parecer hasta un intelectual con cierto aire de desorden, que eso le hace a uno más interesante y de meninges más gruesas. Con un libro delante ya es sublime.

Ante un apuro contaminante, uno se lo sube, tapa su boca, sus fosas nasales y puede andar por la ciudad esquivando el maloliente mundo de la polución.

En esa misma situación, para los más desesperados, o los más sivergüenzas, puede ser útil en las tareas de un atraco. Es la parte menos recomendable de su uso.

En un día de calor se hace imprescindible. Primero por algo tan elemental, como que puedes dejar el sudor en el moquero sin que la huella de los churritones mancille tu cara. Pero también en un día de calor, si lo mojas en una fuente de agua fresca y luego lo anudas al cuello pasa a ser el mejor refrescante que jamás se haya  inventado.


Y si en ese mismo día de calor tienes que trabajar al sol o hacer una larga caminata, le haces cuatro nudos, el último sirve para ajustar, y ya tienes una gorra ajustada perfectamente a tu cabeza, con el cuarto nudo, que mitiga los suplicios de la canícula.
¿Y si tienes mal la garganta y necesitas algo de abrigo? El moquero  es también la solución. A modo de fina bufanda lo anudas a tu cuello y ni san Blas mitiga los dolores mejor que un moquero.
Y finalmente. También puedes utilizarlo como armario de tus mocos, que de ahí deriva su nombre de moquero.
Entre otras aplicaciones, si lo sujetas con una mano y lo agitas es la mejor forma de despedir a alguien. Si ese alguien parte en un tren, el movimiento del moquero y la figura misma de quien lo agita adquiere un aire romántico que hace vibrar el cadáver de Larra.

1 comentario:

  1. No sé qué diablos pasó con el catalán que te encontraste, pero parece que te afectó bastante...

    Por cierto, ¿ya has enseñado a los maorís a ponerse el moquero y a decir "co?

    ResponderEliminar