miércoles, 21 de noviembre de 2012

Corrientes 348. Buenos Aires

Entre Daniel y Javier en Corrientes 348 con una placa
al fondo donde están los primeros compases del tango
Segundo piso ascensor. Así comienza el tango “y todo a media luz”. Estando en la calle Corrientes, ya que soy amante de escuchar tangos, no podía pasar por alto visitar la dirección. En uno de los lapsus que suelo tener, olvidé el número. Así que fui preguntando a kiosqueros y vendedores de flores si recordaban el número mencionado en el tango. Para mi sorpresa no sólo no recordaban el número, sino que tampoco sabían el tango.  Al final en una tienda de electrodomésticos (todo en la calle Corrientes), donde había seis vendedores desocupados los reuní en asamblea hasta que me dijeron el número que tres de ellos cantaron a coro.
Corrientes 348 es la puerta de un garaje sobre el que han puesto una placa. No era ni muy tanguero, ni romántico pero la ocasión merecía al menos una foto. Junto al número había dos hombres y les dije que si me la podían hacer. ¿Tú también vienes engañado por Corrientes 348? Pues sí, contesté. Esto no es lo importante de este edificio, si quieres ver lo importante sígueme. Pensé que había dado con la persona adecuada para enseñar los misterios del tango. Le seguí. Por un interfono habló con una persona para decirle que abriera el portón del garaje. Pensaba que iba a entrar en algún extraño antro, pero nos quedamos en la puerta y Pablo, que así se llama mi guía me preguntó ¿Habés visto vos alguna vez un portón que se abra tan rápido? Esto es lo realmente importante de este edificio. Cuando salí de mi asombro reí a gusto. Junto con Javier que le acompañaba y luego con Daniel, un taxista que se sumó más tarde, iniciamos una larga tertulia. Me explicaron que en la ubicación actual del edificio no era donde estaba el burdel del tango. Estaba en una calle angosta cuyos edificios fueron derribados para dar lugar a la más amplia calle actual.
Como los argentinos son dados a la cháchara y yo raramente la reúso allí estuvimos hasta que se nos hizo tarde, hora imprecisa en la que nuestros estómagos notaron la vaciedad.
Como hablamos de todo me recomendaron un libro “La cautiva” de Echevarría, para entender la formación de Argentina. Como soy disciplinado y me debo a mis amigos efímeros tanto como a los permanentes, al día siguiente fui a comprarlo a una librería y por ser breve ya lo he leído y entendido. 

1 comentario:

  1. Los tópicos suelen tener su razón de ser. Y es que es verdad, mira que les gusta hablar a los porteños, sin incansables. Recuerdo una cola que estuve haciendo creo que en la calle corrientes para ver conseguir entradas gratis para un concierto de Carmen Consoli y dado que eran gratis, había que estar haciendo cola como un par de horas antes. Bueno, pues lejos de ser un problema, parecía una bendición para ellos, pues así tenían la oportunidad de hablar y hablar y hablar... No tuve ocasión de aburrirme.

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