miércoles, 21 de noviembre de 2012

El Colo Colo

Este aficionado al fútbol no es del Colo Colo,
 es del Wandfrers, aunque podría ser del
Morro Morro, pues está pidiendo dinero para
ir a ver a su equipo en el desplazamiento a otra
población. Lo extraño es que la gente le iba
echando monedas y pensaba que podía recoger
antes del partido el dinero que necesitaba para
animar a su equipo.
Cuando viajo llevo algunos regalos a casa. La verdad es que muy pocos porque para meter algo en mi diminuta mochila tengo que dejar ropa vieja o zapatos en el hotel, pero alguna cosilla llevo. A mi hermano Kike, gran aficionado al fútbol, siempre sé qué llevarle; una camiseta de un equipo de fútbol de alguna de las ciudades donde he estado.
Pensé que Santiago de Chile podría ser una buena opción para comprar una camiseta. No sabía los equipos de fútbol, pero comiendo en un restaurante vi cómo televisaban un partido en el que jugaba el Colo Colo y recordé el nombre de mis tiempos de juventud cuando seguía el fútbol. Casualmente al día siguiente me cogieron en auto stop unos aficionados del Colo Colo, así que me confirmé en mi decisión. Ese mismo día cuando estaba comiendo volvían a televisar un partido de fútbol y hablando con el camarero le comenté que el Colo Colo iba el primero. Cuando menté el nombre del equipo se puso una mano en el ojo. No entendí la expresión y le pregunté. Me dijo que lo veía mal al equipo con un ojo tapado. ¿Por qué? Porque es el equipo de Pinocho. Me contó que el estadio se lo había regalado Pinochet al equipo para tapar los muertos desaparecidos y torturados que estaban debajo del césped. La verdad es que me conmovió. Luego, preguntando más he sabido que Pinocho fue su presidente honorario y que desde el campo se podían escuchar los gritos de los presos que estaban siendo torturados.
El grito de guerra de sus adversarios de La Católica es “vamos a romper, vamos a romper el estadio de Pinochet”. Así que en este caso mi hermano se va a quedar sin camiseta chilena, porque la otra alternativa que me quedaba era La Católica y su nombre tampoco me decía mucho, o más bien me decía mucho.

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