Desde
hace unos cuantos años, por un par de razones, no salgo a tocar el tambor en la
Semana Santa de Alcañiz. Pero quién iba a decirme que lo iba a tocar en Seúl.
Durante
estos días se está celebrando la fiesta nacional y eso conlleva que diversas
actuaciones folclóricas inunden el centro de la ciudad.
La
percusión es algo común a casi todas las celebraciones festivas de casi todas
las culturas, con muchísimas variantes. En Seúl intervenía un grupo que tocaba
una especie de timbales. Una vez acabada la actuación coincidí andando con una
mujer mayor que llevaba colgado su tambor.
Llevábamos el mismo paso. Me miró, la miré y con un gesto me invitó a que tocará el tambor. Me dejó los palillos, que no son tales, pues uno es como una pequeña maza blanda y el otro es una caña de bambú plana. Así que junto a la plaza del ayuntamiento de Seúl me pongo a tocar el toque tradicional de Alcañiz (soy malo tocando, pero con esos palillos, todavía peor) a la mujer le hizo gracia, se quitó los vendajes con los que se sujetaba el tambor y me lo colgó. Enseguida les llamó la atención mi peculiar toque, me hicieron corro y comenzaron a llevar el ritmo con las palmas.
Llevábamos el mismo paso. Me miró, la miré y con un gesto me invitó a que tocará el tambor. Me dejó los palillos, que no son tales, pues uno es como una pequeña maza blanda y el otro es una caña de bambú plana. Así que junto a la plaza del ayuntamiento de Seúl me pongo a tocar el toque tradicional de Alcañiz (soy malo tocando, pero con esos palillos, todavía peor) a la mujer le hizo gracia, se quitó los vendajes con los que se sujetaba el tambor y me lo colgó. Enseguida les llamó la atención mi peculiar toque, me hicieron corro y comenzaron a llevar el ritmo con las palmas.
Cuando
le devolví el tambor no cabía en mí de gozo.
Mira que si copian el toque y dentro de unos años nos encontramos a Seulenses tocándolo en sus celebraciones... Mal tocado, eso sí, por culpa del maestro...
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