martes, 16 de octubre de 2012

Dos de aeropuertos


Cuando entré en Australia, yo fui un sospechoso. Me llevaron a un apartado para que una policía con cara de demonio y más malas pulgas que un perro sarnoso me interrogara hasta amedrentarme. A otro español le pasó lo mismo. Mi equipaje ni me lo miraron. Es decir que el sospechoso era yo. ¿Y de qué era sospechoso? Pues de intentar entrar en el país para ganarme la vida ilegalmente. Esa es la imagen que estamos dando los españoles. Es la imagen internacional de España, la de inmigrantes ilegales o en el peor de los casos de buscavidas en el peor sentido del término. No hacía más que interrogarme e intentaba que demostrara cosas imposibles de demostrar. Al final el maratón me salvó. Por suerte llevaba encima la inscripción y eso me dejó en libertad. Del otro español, que éramos los únicos que íbamos en el vuelo, no sé qué fue.
En Auckland la cosa ha sido semejante, pero por un motivo distinto. Cuando llegas al aeropuerto te avisan que debes tirar todos los alimentos que lleves, que está prohibido entrar con una semilla. Yo llevaba una manzana y la he tirado. Pero sin darme cuenta se me había quedado otra manzana en la bolsa. Una ayudante del cherif me pregunta por la manzana. Yo le digo que sí, que llevaba una y la he tirado. Entonces me saca la otra que habían detectado los rayos no sé qué y me quedo como un idiota. Me coge a mí, a mi pasaporte, a una declaración que hay que llenar antes de entrar y a la prueba del delito que es la manzana y me lleva ante la policía.
Ahora explícale al policía que me interroga, que qué voy a hacer yo con una manzana en Nueva Zelanda. Si fuese dinamita le podría decir que volar el parlamento, si fuera droga, que traficar y ganarme la vida. Pero con una manzana ¿qué puedo hacer yo en Nueva Zelanda? ¿comérmela? Si es lo que hubiera hecho en ese instante pero como estaba encima de mi pasaporte custodiada por la policía no podía. Si además era la respuesta tan obvia que no podía contestarla porque él lo sabía igual que yo. Después de un sinfín de preguntas absurdas y de repasar mis declaraciones de entrada en el país y de amenizarme con una sanción de entre 400 y 1000 dólares, me ha dejado ir perdonándome la vida por semejante barbaridad. Me ha devuelto mi pasaporte y se ha quedado con la manzana. Que le aproveche.
No hay foto porque también está prohibido. A ver si la vamos a liar todavía más. 

1 comentario:

  1. ¿Pero no llevas visado de turista para entrar allí? Les tenía que bastar con eso, ¿no? Jodo cómo está el patio por allí, ni los de la "migra" norteamericana llegan a ese nivel de estupidez.
    Y anda, que si llegas a aparecer con un bocata de jamón, igual te sacrifican allí mismo...

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