viernes, 12 de octubre de 2012

Caminar por Seúl



Cambio de guardia con mucha parafernalia.
En casi todas las poblaciones, lo más recomendable es patearlas porque así vas descubriendo lo que no sale en las guías para turistas y que en muchas ocasiones es más sorprendente. En este aspecto Seúl es realmente sorprendente, porque no forma una unidad como ciudad, sino que podría decirse que son muchas, cientos de ciudades, juntas. Pasear significa en cualquier punto con la sorpresa de encontrarte un ambiente distinto y sorpresivo. Puedes ver asomarse una iglesia gótica de entre las casas normales y no a demasiada distancia de las construcciones tradicionales. Mercadillos, por todas partes cientos de pequeños restaurantes casi todo el día llenos de vida, con la comida baratísima. Se puede comer bien por tres euros, e incluso, no tan bien por un euro. En algunos templos budistas ofrecen comida tradicional por unos sesenta céntimos de euro.
Uno de los descubrimientos fue cuando me encuentro en medio de la calle un desfile de modas perfectamente organizado, nada de aficionados, con todo detalle de lo que había visto en televisión, incluidos esos trajes que nunca en la vida ves en el cuerpo de nadie. La siguiente sorpresa es que una de las canciones que sonó fue “Hijo de la Luna” de Mecano, cantada en coreano.
Hay jardines que están cuidadísimos en un pequeño rincón con un estanque y grandes peces de colores. Rascacielos que llaman la atención, zonas de ocio familiar, parques grandes, zonas verdes, fuentes que manan por sorpresa desde el suelo y que si te sorprenden te dejan aguachinado,… Desgastando mucha zapatilla uno puede quedar sorprendido al margen de todas las guías. 

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