Cuando
hice el Camino de Santiago en el 2010 una tarde coincidí con Koangwon, un
coreano que también lo estaba realizando. Sólo estuvimos unas horas juntos,
pero gracias a las nuevas tecnologías hemos seguido en contacto. Le impartí sus
primeras clases de español. Luego él en Seúl se puso a aprender nuestra lengua
y ahora ya se defiende. Ayer quedé con él y nos volvimos a ver desde aquella
tarde cerca de Santiago.
Teníamos
poco en común salvo la coincidencia en un albergue y alguna generalidad. El
inicio de nuestro reencuentro fue de tanteo, de dudas, pero poco a poco nos
fuimos acercando a todo lo común, que resultó ser mucho.
Koangwon
quiere decir la primera luz, porque en Corea los nombres tienen un significado
que suele poner una persona que trabaja en ello, en poner nombres dependiendo
de las circunstancias del nacimiento.
Koangwon
estudia literatura, no le importa el dinero, prefiere dedicarse a lo que le
gusta. Y por los caminos de la literatura llegamos a autores que los dos
habíamos leído, a espacios comunes y
sensibilidades semejantes.
Gran
parte de nuestra larguísima conversación transcurrió en un local donde sirven
el té tradicional coreano. Eso significa que tuve que estar sentado en el suelo
y cuando me levanté, sólo pude intentar levantarme porque me dolía hasta la
médula de tanto anquilosamiento.
Me llevó
por un barrio alejado del turismo donde vive gente de forma tradicional en
casas algunas antiguas y otras modernas que se construyen siguiendo los
patrones tradicionales.
Me
presentó a su mujer y su hijo de diez meses. Fue una tarde tremendamente
hermosa, donde se revive la amistad universal con gente que vas a ver dos, tres
o a lo sumo cuatro veces en la vida.
Me
preguntó por la situación actual de España. Resumirlo en pocas palabras para un
extranjero me resultó duro. Muy duro, no por el esfuerzo, sino por el contenido
de mis palabras. Un país en una situación económica muy difícil, que todavía va
a ser más difícil y que no se sabe hacia dónde va, ni cuál puede ser el camino
para ir a ese no se sabe dónde. Además con dos partes de España que quieren ser
independientes. La brevedad y dureza del relato le paralizó la expresión y lo
cierto que también la mía. Los sindicatos van por un lado, el gobierno por
otro, por otro la oposición, por otro los independentistas, por otro el pueblo.
Si leemos en los libros de historia algunos hechos desagradables, antes de
estallar, no tenían ni la mitad de ingredientes que la situación actual.
Un día
de estos Koangwon y yo quedaremos por Skype. Nos volveremos a rencontrar y
seguiremos hablando. Cultivaremos la amistad sin fronteras, la patria de la
humanidad tan alejada de los nacionalismos. ¡Qué torpeza la de quien se cierra
en vez de abrirse! Allá ellos.
Muy bonito el relato. Y coincido en todo lo que dices. Tenemos que desayunarnos con tantas estupideces todos los días en este nuestro país que cada vez dan más ganas de largarse, o quizá en tu caso, de no volver...
ResponderEliminarPor cierto, después de haber visto la noticia de la Transeuropea en Bajoaragondigital, lo de los maratones se ha quedado en una memez... Creo que voy a dejar de pensar en correr un día una maratón y me voy a dedicar a las canicas, por decir algo.