viernes, 21 de noviembre de 2014

Cuba. Una, o dos, de cementerios.


Bueno, en este caso van a ser dos en uno. Ya he escrito en otras ocasiones que una de las formas de conocer a una sociedad se ve también en los cementerios. Y casi siempre suelo visitar alguno. El cementerio de La Habana dice mucho antes de entrar. Porque cuando un guiri como yo camina dispuesto a ver tumbas, leer epitafios, ver la limpieza, los ofrecimientos, el comportamiento de los vivos que han ido a visitar a sus muertos, el respeto o falta de él de los paseantes, la representación de las clases sociales entre los muertos, los panteones, los nichos, y muchas otros detalles que voy observando en estos lugares, cuando estaba dispuesto me ha salido una cubana con traje oficial y me ha preguntado ¿vas a visitar el cementerio mi amor? Se me podía haber ocurrido decirle que iba a ver la tumba de un ancestro, pero como no sabía cuál era su intención le he contestado que sí. Tienes que pasar por taquilla mi amor. Había que pagar unos cuatro euros por entrar. O sea que para entrar pago los cinco dólares o entro muerto. Sí, así es mi amor. Me he dado media vuelta porque ya me había dicho bastante sobre la forma de tratar a sus muertos, hasta una vez muertos los explotan económicamente. Vaya con la Revolución cubana.

Junto al cementerio católico, está el cementerio chino, que también es católico, pequeño, de entrada gratuita y mucho más curioso de visitar y por lo tanto recomendable para todo el mundo. Fotografías de los deudos chinos con nombres como Chin in Wuang con epitafios como “tu hija Manuela no te olvida”, algunos no tienen símbolos religiosos, pero la mayoría están rodeados de la parafernalia católica con sus hermosas cruces. Otros a su pie tienen recuerdos por su contribución a la Revolución cubana o por haber sido miembro destacado del Partido Comunista. Todo un ejemplo de sincretismo social y religioso.



Esta visita casi me ha sacado de una duda que solemos tener casi todos los españoles sobre si los chinos se mueren. La colonia china en La Habana posiblemente sea la más numerosa de extranjeros, aunque se ven poco por las calles. Le pregunté al guarda del cementerio si había muchos entierros y se quedó pensando un rato y me contestó como si acabara de hacer un descubrimiento; la verdad es que se mueren poco estos chinos. Así que todavía me queda alguna duda sobre sus muertes.

Parte de los chino cubanos llegaron a mediados del siglo XIX como esclavos. Luego hubo oleadas posteriores. Como sólo había hombres fueron los inventores de los y las mulato chinos.

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