Bueno, en este caso van a
ser dos en uno. Ya he escrito en otras ocasiones que una de las
formas de conocer a una sociedad se ve también en los cementerios. Y
casi siempre suelo visitar alguno. El cementerio de La Habana dice
mucho antes de entrar. Porque cuando un guiri como yo camina
dispuesto a ver tumbas, leer epitafios, ver la limpieza, los
ofrecimientos, el comportamiento de los vivos que han ido a visitar a
sus muertos, el respeto o falta de él de los paseantes, la
representación de las clases sociales entre los muertos, los
panteones, los nichos, y muchas otros detalles que voy observando en
estos lugares, cuando estaba dispuesto me ha salido una cubana con
traje oficial y me ha preguntado ¿vas a visitar el cementerio mi
amor? Se me podía haber ocurrido decirle que iba a ver la tumba de
un ancestro, pero como no sabía cuál era su intención le he
contestado que sí. Tienes que pasar por taquilla mi amor. Había que
pagar unos cuatro euros por entrar. O sea que para entrar pago los
cinco dólares o entro muerto. Sí, así es mi amor. Me he dado media
vuelta porque ya me había dicho bastante sobre la forma de tratar a
sus muertos, hasta una vez muertos los explotan económicamente. Vaya
con la Revolución cubana.
Junto al cementerio
católico, está el cementerio chino, que también es católico,
pequeño, de entrada gratuita y mucho más curioso de visitar y por
lo tanto recomendable para todo el mundo. Fotografías de los deudos
chinos con nombres como Chin in Wuang con epitafios como “tu hija
Manuela no te olvida”, algunos no tienen símbolos religiosos, pero
la mayoría están rodeados de la parafernalia católica con sus
hermosas cruces. Otros a su pie tienen recuerdos por su contribución
a la Revolución cubana o por haber sido miembro destacado del
Partido Comunista. Todo un ejemplo de sincretismo social y religioso.
Esta visita casi me
ha sacado de una duda que solemos tener casi todos los españoles
sobre si los chinos se mueren. La colonia china en La Habana
posiblemente sea la más numerosa de extranjeros, aunque se ven poco
por las calles. Le pregunté al guarda del cementerio si había
muchos entierros y se quedó pensando un rato y me contestó como si
acabara de hacer un descubrimiento; la verdad es que se mueren poco
estos chinos. Así que todavía me queda alguna duda sobre sus
muertes.
Parte de los chino cubanos llegaron a mediados del siglo XIX como esclavos. Luego hubo oleadas posteriores. Como sólo había hombres fueron los inventores de los y las mulato chinos.
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