lunes, 24 de noviembre de 2014

Cuba. Extrañas visitas. (20 octubre 2014)


Cuando he dicho a mi casero que me iba a Regla y Guanabacoa, me ha dicho que no sabía de nadie que hubiera querido ir allí. Pero allá yo. 

A Regla se llega por medio de un barco que cobra unos 30 céntimos
de euro. Lo mejor es la vista que ofrece La Habana.
La visita a estos dos municipios de La Habana no merece la atención ni de cinco minutos de un turista. No hay casi nada que ver. Pero yo quería ir por otros motivos.

Son poblaciones industriales que viven totalmente al margen del turismo, por lo que es muy difícil para ellos obtener unos ingresos extraordinarios. Es decir que viven con sus 15 o 20 euros mensuales más lo que logran robar de la empresa en la que trabajan.

En Regla se pueden ver abundantes santeros, puestos donde 
vender productos para la santería y abundante pobreza.
Enseguida comprendes la diferencia. Si la miseria en la que viven los trabajadores en La Habana es vergonzante, todavía hay un grado más bajo, la de la gente trabajadora que vive en Regla. Casas de pocos metros cuadrados donde vive una familia, lo más parecido a una chabola y a decenas por todas partes. Poco más que un paseo para ver miseria, borrachos y pobres de solemnidad es lo que he podido ver.

Para trasladarme hasta Guanabacoa he empleado otro de los incontables sistemas de transporte que tienen aquí. Se trata de un camión en el que subes en la caja con otros pasajeros. Guanabacoa tenía un aspecto algo más digno. Había un gran mercado con numerosos puestos en los que todos vendían lo mismo, que es lo mismo que se vende en todos los mercados de los cubanos (los extranjeros tienen acceso a todo tipo de productos).

Casas de extrema pobreza
El aguacate, la frutabomba (papaya), los plátanos, un par de tubérculos, pepinos y naranjas es prácticamente todo lo que ofrecen todos los puestos. Alguno tiene carne en la que se apoyan los fumadores, sin absolutamente ninguna higiene y otros tienen además legumbres a un precio superior al que se compra en España. Y salvo un par de productos que pueda olvidarme, eso es todo lo que hay en todos los mercados cubiertos, descubiertos y a mediocubrir de La Habana. La escasez de productos es la norma.

Viajando en la caja de un camión de Regla a Guanabacoa.
Otro motivo de la visita es para rendir tributo a los sefarditas, los judíos españoles que fueron expulsados por los Reyes Católicos y que a pesar del tiempo transcurrido todavía siguen conservando su identidad española, manteniendo el español de la Edad Media y en algunos casos la llave de la casa de su propiedad en España.






Sólo he podido visitar el cementerio judío sefardita, que estaba cerrado. He rendido ese tributo y he vuelto para La Habana.

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