domingo, 9 de noviembre de 2014

Cuba. Continuas advertencias.


Escuchando a los cubanos parecería que se dividen en dos grupos, los que realizan hurtos (que deben ser una minoría) y los que te protegen, que son casi todo el mundo. A todas horas todos te van advirtiendo, ojo que te van a robar, ojo que te van a engañar, ojo que te van a timar,… En un autobús me llamó un hombre con gesto cómplice. Me acerco a él y me dice, tenga cuidado que el bolígrafo le sobresale y es fácil que se lo roben. Para no defraudar al hombre le hice ver que tomaba todas las precauciones.


El dominó es el juego más popular en las calles. A diferencia
del dominó español, el cubano tiene hasta doble nueve. En
varias ocasiones me invitaron a jugar.
A mi casero le conté mi charla de la noche anterior con Bárbaro y Mercedes, que me dijeron que lo conocían. Me dijo que era mentira, que no lo conocían, que era parte de la estrategia que empleaban. Ellos sabían que tenía una casa de huéspedes y por eso lo relacionaban. Que era una estrategia para acercarse a mí, que no me fiara, que estaban preparando una trama. Bueno, me he ido a ver a Bárbaro al puesto de frutas donde trabaja y me ha regalado unos plátanos. Yo sigo confiado y mi casero me dice que me olvide, que están tramando algo para engañarme. 

Después de veintiún días en Cuba, nadie me ha engañado, nadie me ha robado, han sido generosos conmigo, me han acompañado cuando he necesitado ayuda, Sólo alguna pequeña cosa como que no te devuelvan unos céntimos cuando te cobran o que te aconsejen que su servicio es el mejor. 

El último día mi casero me dijo que sí, que conocía a Bárbaro y que era buena gente. Que me podía fiar de él. Su mensaje me llegó tarde, me fié de él desde el primer momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario