viernes, 14 de noviembre de 2014

Cuba. Tambores japoneses en La Habana


Muchas veces uno está condenado a repetir encuentros y situaciones a los que está predestinado, posiblemente por su nacimiento. En Corea o Argentina, entre otros lugares he tocado el tambor, muy mal, pero eso es otra historia. Me habían dicho que había un concierto de tambores en La Habana, así que allá que me fui. Y fui a ver dos cosas, el comportamiento de los cubanos en los espectáculos y el espectáculo de los tambores.

Teatro Mella, en la avenida Línea. Teatro abarrotado y público 
entregado. 
En el siglo 17 unos japoneses iban hasta España para abrir una sede diplomática. En su viaje recalaron en Cuba, entonces territorio español, donde les recibieron las autoridades españolas. Ese hito supone para los cubanos actuales el inicio del periodo de relaciones entre Japón y Cuba, cosas de los nacionalismos. Ahora se conmemora el 400 aniversario “de las relaciones entre Japón y Cuba”. Lo conmemoraron con una actuación muy interesante de percusión japonesa. Estuvo muy bien. Lo pasé muy bien. Y pude ver el comportamiento del público. Me advirtieron que llegara dos horas antes, porque si no, no tendría sitio. Llegué con media hora, que luego se convirtió en una hora, no por el retraso, sino porque me habían informado mal de la hora de inicio.  Lo primero que observo es que estaba casi todo lleno excepto las butacas de la zona central. Me dije, qué curioso, a los españoles nos gustan los lugares centrales y a los cubanos los laterales, hay culturas para todos. Pues yo me voy a sentar en estos lugares centrales. Voy a apoyar mis posaderas cuando una mulata me dice “¿tienes invitación mi amor?” No, pues no puedes sentarte aquí. Más de doscientas plazas reservadas para los enchufados del régimen que no tuvieron necesidad de llegar con la antelación de los demás.

El público resultó muy apasionado, aplaudiendo a mitad de la interpretación, aplaudiendo a rabiar cuando el intérprete dijo que tenía 62 años, puestos en pie cada vez que acababa un tema. Divertido. Llevo escasamente un día en La Habana y ya ha dado para todas estas entradas en el blog. No podré seguir a este ritmo.

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