Cuando se planea un
viaje, quedan al margen temas como entrar en una peluquería, salvo
que se vaya a un lugar de moda.
Yo siempre suelo
cortarme el pelo antes de salir de viaje, menos peso por el pelo y no necesito peine. Pero en esta ocasión pensé que no estaría
de más estar en una peluquería y hablar con el peluquero si tiene
el mismo comportamiento que en España. Pude comprobar que sí lo tenía. Le dio a la húmeda más que a las tijeras, y eso que casi me deja sin pelos.
¡Cuesta tan poco la felicidad! con unos 80 céntimos de euro
tuve conversación, corte de pelo, entretenimiento y la pequeña
aventurilla de la persecución de mis pelos.
|
Entré en
una peluquería. ¿Cómo lo quiere? Nunca sé cómo lo quiero, como
lo llevo pero más corto. Así que le dije que como el suyo pero un
poco más largo. Con una maestría tremenda comenzó a pasarme la
máquina por los pelos por un lado y por otro, de adelante a atrás.
Luego sacó las tijeras y con igual maestría escuchaba, que no veía,
que me iba perfilando la forma de mi cabeza. Pero en un momento se
apartó de mis cabellos y buscó denodadamente todos mis pelos. Ante mi
sorpresa comenzó a cortar pelos de mis cejas, sin que me diera
tiempo ni a comprender ni a reaccionar. No había salido de mi
asombro y comenzó a cortarme pelos de la nariz, sin tiempo a
protestar escucho el tijeretazo en mi pabellón auditivo, también
tenía allí algún pelo que le molestaba al peluquero, no a mí. De
pronto veo pasar las tijeras por delante de mis ojos y pienso: este va
a por mis pestañas, pero no, bajó, iba a por mi bigote y pude
reaccionar y decirle NO. Se paró sin comprender. No sé a qué
estaba dispuesto. Sin salir de su sorpresa me pidió permiso para
cortar los pelos que sobraban de mi nuca. Se lo di y actuó con
timidez.
Además de las
tijeras también manejó con semejante maestría la verbalización de su hartazgo de los
Castro. Me sorprendió su crítica tan directa al régimen y le
pregunté que si no temía a que le detuvieran hablando así, me dijo
que le podían detener, pero que no le importaba a sus cincuenta años
ya estaba desesperado y le daba igual una cosa que otra.
Conversación, corte de pelo y persecución por toda mi cara de los pelos que me sobresalían me salió por unos 80 céntimos de euro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario