viernes, 17 de junio de 2022

Armenia. Ararat y el cementerio.

 



El cementerio

Con atención se puede ver el monte Ararat.
Ya es un clásico en mí que visite algún cementerio de los lugares donde voy. Como estaba cerca del lugar donde vivo, me he acercado caminando. En el recorrido me he encontrado un pequeño lago artificial al que he dado la vuelta completa, pero mi sorpresa, una sorpresa deslumbrante ha sido ver que al fondo estaba el monte Ararat. El monte Ararat es una mole impresionante que mide más de cinco mil metros de altura. Aunque en su día fue armenio, en la actualidad pertenece a Turquía. No forma parte de una cordillera, sino que se levanta él solo, con otro pico a cierta distancia. Ereván está a mil metros de altura y los más de cuatro mil de diferencia resultan majestuosos con sus cumbres nevadas. Una imagen de postal. La fotografía es la que ha querido hacer la cámara. Yo solo apunto y disparo.

Lápida del cementerio de Ereván
En el cementerio, lo he escrito en otras ocasiones se ve cómo los vivos tratan a los muertos. Es curioso. Hay mucha apariencia inmediata y una dejadez posterior. En las tumbas los familiares supervivientes se dejan una auténtica fortuna, pero eso es todo, porque está lleno de hierbas, las flores deben ser las del primer día y el descuido es grande. Muchísimas lápidas tienen un bajorrelieve con la imagen del fallecido. He imaginado que las harían con ordenador, que era una moda reciente, pero luego he ido observando que las había de los años cincuenta. Parecen fotografías, algunas de tamaño natural y otras, de bustos, mayores que el natural.

A pesar de ser domingo y de haber decenas de miles de muertos, yo era de los pocos visitantes que tenían. Los muertos de Ereván descansan demasiado.

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