La vuelta de
Smederevo. Serbia 22/9/2108
Los autobuses
urbanos en Belgrado no tienen cobrador y el conductor te cobra
mientras conduce, devuelve los cambios y contesta al teléfono móvil
si es menester. En cambio los autobuses interurbanos tienen cobrador,
a pesar de que los billetes se compran en la estación.
Había
comprado el billete de ida y vuelta a Smederevo. Había distintos horarios por la
tarde para volver en autobús. Llegué a la estación y en ese
momento estaba uno a punto de partir, así que me subí en él. Una
vez arrancó, a los diez minutos viene la cobradora a pedirme el
billete. Le entrego el que había comprado por la mañana para la
vuelta. Lo coge, lo mira y me echa una bronca en serbio
impresionante. Le miré a la cara y me dije; esta mujer debe tener un
problema, ya lo solucionará.
Me hacía preguntas, pero como no
entendía, con toda la sinceridad y candidez posible, a cada pregunta
le iba respondiendo “ne rasumio”, (no entiendo). Ella seguía con
más preguntas, más gestos y más mala leche y yo con más
nerasumios. La pobre mujer debía tener un problema gordo, pero yo no
podía ayudarla. Ante tanto nerasumio, una pasajera acudió en ayuda
de la cobradora para hacer de intérprete. Se brindó a hablarme en
alemán. Yo seguía con el ne rasumio. Luego con el inglés y aunque rasumio
un poco, no lograba entender lo que me decía de una tarjeta que me
faltaba. Yo lo único parecido a una tarjeta que llevaba era el DNI y
eso no les servía.
Me dejaron por
imposible, la traductora volvió a ser una simple pasajera y la
cobradora se fue atender al resto de pasajeros, que no fueron
merecedores de ninguna bronca. Mientras, yo tranquilo seguía pensando que la
cobradora tenía un problema, yo no, y no podía ayudarla.
Al cabo del rato, la
cobradora hizo algunas anotaciones sobre el billete que le había
entregado, me lo devolvió de malas formas, ya no me dijo nada, pero
hizo un gesto que yo traduje como: “No hay solución, no sé cómo
la familia de este viejo lo deja salir de casa”.
Como ya no la
escuché más en todo el viaje, deduje que el problema que tenía la
mujer ya se le había solucionado.
Dos días después
supe lo que había pasado. El billete de vuelta debía haberlo
validado en la estación de autobuses antes de subir al autobús y
entonces me daban otro billete, (la tarjeta de la que hablaba mi
traductora). Y lo más grave, son varias compañías de transporte
las que hacen el mismo recorrido. Todos los billetes los venden en la
misma taquilla. Yo había contratado la ida y vuelta con una compañía
y volví con otra de la que no tenía billete. O sea que el problema
que tuvo la cobradora lo resolvió muy dignamente.