miércoles, 16 de julio de 2014

Aljucén, el fútbol y los compañeros de viaje.


En el pueblo no hay ni tienda, pero sí dos bares. Así que no puedo comprar. Generalmente lo que hago es comprar fruta y algo más para cenar y desayunar y la comida la hago en algún bar o restaurante, que suelen ofrecer un buen menú por unos ocho euros.

El albergue es realmente cutre. En un población pequeña no da para más. Es lo que hay. Francisco es otro bicigrino que está en el albergue y que hace el camino arrastrando una innecesaria tienda de campaña y no sé cuántas cosas más que lastran su marcha. En torno a un plato de pasta vamos contando nuestras penas y vivencias. Mientras, en el albergue, permanecen una pareja de hermanos norteamericanos que están haciendo el camino andando y que llevan durmiendo desde las cinco de la tarde, y así seguirán hasta las seis y media de la mañana del día siguiente, además, antes de las cinco habían echado una siesta de una hora. 

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