miércoles, 14 de noviembre de 2018

Los semáforos. Serbia.


Los semáforos. Serbia. 27 septiembre 2018

En una ocasión, en Nueva York, había un semáforo en rojo para los peatones. Una policía estaba a mi lado y no crucé la calzada por temor a que me dijera algo a pesar de que no pasaba ningún coche. La policía me miró y me preguntó que por qué no pasaba. Le dije, que porque el semáforo estaba en rojo. Me preguntó, ¿pero pasa algún coche? No. Entonces qué coño haces esperando. Creo que esa ha sido la única vez en mi vida que he esperado en un semáforo pudiendo pasar y tuve la suerte que una policía me pusiera en mi sitio.

Creo que es genético. No puedo esperar, a cruzar la calle aunque me juegue la vida. Es genético. Mi padre hacía lo mismo.
En Belgrado todavía me he aventurado más y es que los semáforos en rojo para los peatones van marcando los segundos que quedan para que se tornen verdes. Me desespera que me diga: “te quedan 90 segundos hasta que puedas pasar y mientras lo único que puedes hacer es contemplar cómo pasa tu vida, segundo a segundo delante de mí”. Pues no. Me lanzo al ataque y cruzo en cuanto puedo y le digo al semáforo: “ahí te quedas con tus segundos, adminístralos como puedas, pero yo ya estoy al otro lado disfrutándolos”.

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