domingo, 11 de noviembre de 2018

Las palomitas. Serbia.


Las palomitas. Serbia. 26 septiembre 20018

Si se tiene en cuenta el número de puestos callejeros que venden palomitas de maíz y helados, llegamos fácilmente a la conclusión que para que estos negocios sobrevivan es necesario que cada serbio se coma media docena de bolsas de palomitas cada día y cinco helados.

Cada pocos pasos hay un puesto. Es economía de subsistencia. No puede dar mucho de sí. Es obvio. A veces veo a una chica en su puesto de palomitas, detrás de una montaña de copos de maíz y que se lleva un puñado de su mercancía a la boca. Tiene que ser el hastío porque pasarse ocho o diez horas diarias detrás de un montón de palomitas un día sí y otro también tiene que ser motivo suficiente para aborrecerlas.

Me ha llamado la atención la forma correcta de vestir de los vendedores. No tenía por qué ser incorrecta, por supuesto, pero algunos parecen trabajar para el Corte Inglés, con su traje y su compostura de dandi esperando que alguien compre un cucurucho de palomitas o un helado con el mismo sabor que el del puesto que está a ciento cincuenta metros.

Es la economía de supervivencia.

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