lunes, 7 de octubre de 2019

Las bodas. Rumanía, Moldavia. Septiembre 2019.

Mi boda en Bucarest. Todos contentos.

Las bodas. Rumanía, Moldavia. Septiembre 2019.

Hace muchos años estando en Roma en la Fontana de Trevi, una pareja de recién casados, con su fotógrafo estaban inmortalizando sus primeras horas de matrimonio. En ese entorno me pareció buena la idea de hacerme una foto con ellos.  Les pedí permiso, le cedí mi cámara al fotógrafo de la boda y quedamos inmortalizados. Desde entonces como produjo risas y divertimento por ambas partes, en muchas ocasiones me he ido haciendo fotos, con los mismos procederes, con recién casados en muchas partes del mundo. Siempre compartiendo, primero la extrañeza de los novios y luego las risas de la situación muchas veces cómica.

Mi boda en Constanza junto al mar Negro.
Estando en Bucarest en un poblado étnico, había una boda que desplazaba, además de los fotógrafos, a una buena cantidad de invitados impecablemente vestidos para la ocasión. Tanto llamaban la atención que muchos turistas los fotografiaban. Me dije, esta es mi boda en Bucarest. Les pedí permiso a los novios para posar junto a ellos y parte de los invitados, me lo dieron entre risas. El fotógrafo que estaba pendiente de la cámara, las luces y el encuadre no había visto mi negociación y cuando levantó la vista para hacer la foto me descubre que estoy posando junto a los novios. De forma airada me dice que me vaya. Le dije que me iba a hacer una foto con el permiso de los novios y que además me la iba a hacer él. Y así fue. Entre risas también otros turistas fotografiaron mi ocurrencia. 

Mi boda en Chisinau. Moldavia.
Luego en Constanza, me hice otra foto con una pareja desangelada. Sólo estaban los novios y un niño que deduje era la aportación de uno de ellos al matrimonio. Posé con ellos con el Mar Negro al fondo. Días después en Moldavia me incorporé a la comitiva de otra boda y volví a posar. Siempre las fotos me las hace el fotógrafo de la boda, así que si salen mal es culpa de un profesional. En la boda Moldava quedaron muy sorprendidos de mi petición. Los invitados que estaban alrededor miraban con asombro sin entender mucho lo que pasaba. Después de la foto estallaron en risas y yo me fui dándoles las gracias mientras ellos seguían riendo. Me iba girando y seguían riendo.

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