lunes, 13 de julio de 2015

Albergue de Avilés


Estando preparando mi comida observo a un coreano que a pleno sol, y hace muchísimo calor, se está preparando la suya. Tiene varias verduras y una docena de huevos. En un bol veo que echa cuatro huevos junto a la verdura troceada y me digo que son muchos huevos, pero me alarmo cuando veo que echa dos más. Se va a comer media docena de huevos. Pero no. Estaba equivocado.
Siguió echando. ¡Cómo es posible que se vaya a comer ocho huevos de una sentada! Volvía a errar. Batió la docena entera y se los comió de una sentada, excepto un poco que me dio a probar cuando le manifesté que me había sorprendido ver la comida que preparaba. Un peregrino que lo conocía le dijo; andar, andas bien, pero comer, joder qué mal comes.

Avilés, que siempre entendía como una ciudad industrial y fea me sorprende como una ciudad hermosa y con un gran parque céntrico y muy concurrido. Nunca hubiera parado si hubiese estado de paso, pero qué gran error hubiera cometido.

Una comida con muchos huevos
En el albergue escucho a lo lejos una conversación en la que un peregrino dice que es panadero, luego al rato le escucho decir a otras personas que es de Alcorcón. En un momento, cuando va a entablar conversación conmigo, es muy conversador, hago como que le conozco y le digo, tú eres el panadero de Alcorcón. El tío casi me abraza de la emoción creyendo que lo había conocido. Sigo con la broma diciéndole que él había sido el que había bajado los precios del pan hace unos años, algo que pasó en casi todas las grandes ciudades, y me dijo que no, que me confundía con otro panadero, pero reafirmaba mi conocimiento sobre él. En un momento le digo, que salude al alcalde. No me jodas, también conoces a David. Así me entero del nombre del alcalde y el panadero sin entender cómo un tipo de la provincia de Teruel tenía un conocimiento tan amplio de Alcorcón.

La tarde aún me reservaba una sorpresa. Entablé relación con el hospitalero, una persona muy sensata, que había viajado mucho, sorprendentemente conocía Alcañiz. Tenemos una conversación sobre lo divino y humano, entretenida, jugosa y con la aportación de sensatez de cada uno, hasta que en un momento determinado introduce en la conversación a los extraterrestres que eran los hermanos protectores de cada uno de nosotros y eran los que le venían a inspirar la conversación que tenían. Eran también los que frustraron la guerra que iba a haber en periodo de la guerra fría haciendo que no funcionaran determinados mandos que iban a suponer la destrucción de la Tierra.


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